“La improvisación teatral es un arma de expresión y de recuperación de la creatividad que llevamos dentro”
Loredana Cozzi directora del laboratorio de improvisación teatral del Centro de Cultura de Mujeres de la Bonnemaison
Cultura, Teatro, Barcelona, Jueves 19 de julio de 2007, por Julia López
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Loredana Cozzi, directora teatral, actriz, y prestigiosa profesora de improvisación teatral, se encuentra en la sala, laboratorio teatral, del Centre de Cultura de Mujeres como en su propia casa. Empezó con el “laboratorio” poco después de la inauguración del centro y el curso que ha realizado en julio, como siempre, ha sido todo un éxito.
Un momento de la sesión de análisis de la improvisación
Su técnica de improvisación es única, producto de su larga experiencia como profesora y directora teatral. Cozzi, nació en Roma, y sus padres se trasladaron a Argentina, cuando ella tenía 12 años y vivió durante 15 en Buenos aires, en donde estrenó su primera obra teatral. Después vivió en Italia, Alemania y llegó a España en el 80, por el trabajo de su marido y reclamada para realizar un seminario en el Instituto del teatro de Barcelona. Desde entonces se enamoró de la ciudad y se estableció en ella. Su currículo es extenso e intenso. Como directora teatral dirigió su primera obra en Barcelona, triunfo con sus “monólogos” antes de que se popularizaran estos, y fue directora de actores de la talla de Fermi Reixach.
Feminista convencida, formó parte de la plataforma de mujeres que reivindicaba el Centro Francisca Bonnemaison, y empezó a realizar sus cursos de improvisación en el Centro de Cultura de Mujeres de este centro. Su último curso durante este mes, ha sido un intensivo de 12 horas. En octubre reiniciará un curso regular, y el primer sábado de octubre dirigirá un grupo de improvisación en una jornada sobre el cuerpo que está organizando la Xarxa Feminista.
Según Loredana el ‘laboratorio’ de experimentación en el campo de la improvisación no es un curso de teatro más, de los muchos que se ofrecen en las grandes ciudades. “Diferenciamos laboratorio, de curso, porque hacemos investigación teatral, experimentamos. Además también es diferente por que se hace en un centro de mujeres. Estoy desarrollando una técnica propia –aclara– que sirve igual para actrices principiantes, como para profesionales de otros campos que quieren hacer teatro, o que simplemente quieren expresarse, conocer sus posibilidades y disfrutar con actuación propia y de las de las demás”.
A ella le gusta remarcar que lo suyo no es una terapia. “A las alumnas siempre les digo: ¡por favor, no soy psicoterapeuta! Los problemas personales de cada una se resuelven fuera de aquí. No hacemos psicodrama”. Y les repite una y otra vez que no traigan a las clases el conflicto sino la emoción del conflicto, “aunque es cierto –subraya– que trabajar a fondo la emoción sirve para alejar muchas angustias. Mediante la imaginación, espontaneidad y el ingenio, se superan estados de ánimo que se desprenden del conflicto. Pero, lo más importante es disfrutar, buscar y descubrir juegos teatrales”.
Disfrutar es la primera palabra con la que definen su experiencia algunas de las alumnas consultadas para AmecoPress. En cada curso son de 15 a 20 asistentes y según ellas cada sesión es inolvidable. “Nunca creí que fuera capaz de hacer lo que hago delante de las otras –explica la más veterana– he aprendido muchísimo. Ahora veo el teatro de otra manera”.
Este ha sido el tercer curso impartido por Cozzi, y las alumnas mas entusiastas repiten curso. Las “repetidoras” ya han presentado sus improvisaciones al publico en varias ocasiones. Entre las participantes hay algunas que hacen otras actividades en la Bonnemaison, una experta ponente, que quiere perder el miedo al público, dos ex-bailarinas, actuales gestoras culturales o funcionarias, profesoras, una trabajadora de Telefónica, que como le pasó en su día a Almodóvar, se le ha metido el gusanillo del teatro, así como una joven de 17 años, que le gustaría presentarse a castings… Sara, Gabriela, Carmen, Alicia, Xus, Amada, Maria José, Eva… aparecen en las fotos como observadoras o como protagonistas de la improvisación teatral.
¿Cómo surgió la idea de organizar este tipo de curso?
La idea surgió del hecho de querer trabajar con mujeres. Fui de las que reivindiqué este centro, y por eso pensé cómo hacer un curso solo con mujeres. Entonces estaba acabando un trabajo de improvisación en el patio Llimona, con jóvenes aspirantes, chicos y chicas, que se querían dedicar al teatro, hacían anuncios de publicidad o pequeños papeles y no tenían ‘timideces‘, se lanzaban sin miedo a improvisar.
El campo de la improvisación no es fácil. ¿Ha cambiado su idea teatral inicial al hacerlo solo con mujeres?
Prácticamente no hay nadie que haga lo mismo que yo… En la improvisación típica que yo aprendí, la persona que dirige te crea una situación, te dice ‘ahora eres médica o estás borracha porque te ha pasado alguna cosa. Ahora actúa’. Nosotras no. Empezamos por la improvisación pura y dura, sin imponer temas, después hacemos algo de eso, pero desde el principio tu creas la situación y el personaje y lo tienes que desarrollar. Es bastante más difícil que trabajar con un papel en la mano.
Pero la mayoría de las que se apuntan a los cursos no provienen del mundo del teatro, ¿no?
Claro ahora estoy trabajando con mujeres de cierta edad, con algunas más jóvenes y con idea de dedicarse al teatro, pero la mayoría son profesionales de otros campos, ocupadísimas, que se entusiasmaron con el desarrollo de las clases desde el primer día. Por supuesto, yo me adapté y ellas se adaptaron a mí. Fue una novedad que conllevaba un reto y un riesgo. Me retaba a mi misma con otro tipo de alumnado y tenia que enfrentarme con que las cosas a lo mejor, no salieran del todo bien.
El curso también sirve para superar la timidez y el miedo a expresarse…
La mayoría de las mujeres que se apuntan dicen que son tímidas, que no se atreven a hablar en público, salvo algunas que no tienen ningún prejuicio y les encanta actuar. El otro día comentaba que siempre me sorprende esa ‘excusa’. Como feminista te das cuenta enseguida que algo pasa… Si separo el grano de la paja, veo que lo que realmente tenemos es autorepresión, miedo a mostrarnos en público. Hay una falta de seguridad general, porque el mundo de lo público ha sido dominado por los hombres, y las mujeres se han mantenido a la sombra. Utilizar el término ‘timidez’ para mi es equivocado.
¿Que buscan las mujeres en este curso?
Cada una se apunta por diferentes cosas, unas por probar eso del teatro, otras para reforzarse personalmente y casi todas porque buscan seguridad. La mayoría comentan que aquí lo liberan todo, disfrutan y salen como limpias. Es una satisfacción, lo descargan todo y además se divierten, Pero yo les digo que no soy psicoterapeuta, yo hago teatro. Lo que ocurre es que el teatro es terapia.
Todas, hasta las más tímidas trabajan fenomenal, adquieren seguridad, desarrollan su imaginación y fantasías, se mueven de otra manera. Es lógico, porque esas cualidades las tenemos todos si desarrollamos nuestro imaginario, pero no las ejercitamos, y están como muertas… A mi emociona después de tres años, que muchas me sigan diciendo que si hubieran sabido lo que han podido llegar a hacer, se hubieran apuntado mucho antes, aún no se lo acababan de creer.
Así que se cumplen los objetivos del laboratorio, pero… ¿no echa de menos la faceta pública de ver en un escenario la actuación de su alumnado?
Por supuesto, me encanta que la gente vea muestro trabajo, por eso después de cada curso anual hacemos una representación ante el público. Hicimos una representación: "Mujeres sentadas escuchando" con 11 mujeres en escena que fue una maravilla. Hacemos un final de curso siempre. Sí, a mi me interesa el resultado, pero me interesa más el goce del teatro. Notar como aplauden el trabajo de improvisación, sobre todo cuando vemos que construyen bien una historia. El trabajo conjunto que se forma con un equipo, y como van dominando las situaciones, día a día. Hay que dominar la situación. Yo te domino a ti que me estas escuchando. Consigo que me prestes atención.
¿Quiere decir que las situaciones que se viven en los cursos se pueden aplicar a la mejora de las relaciones, de la vida cotidiana?
-Desde el punto de vista de la psicología, sí. Es importante la manera como te explicas, el tono, tu expresión, tus gestos. Tú puedes ser la persona más interesente del mundo pero si no te explicas bien, no te sirve de nada, porque puedes aburrir a tu interlocutor y proyectar una reacción negativa. Porque todo se proyecta y si dominamos las técnicas de improvisación, proyectaremos lo que creamos conveniente.
¿Dominar la improvisación puede facilitar representar situaciones creadas con anterioridad o interpretar un papel determinado?
La diferencia de nuestro método es que nosotras trabajamos sobre el personaje creado por cada una en ese momento mismo, en ese cuadrilátero que yo llamo el ‘ring’ de boxeo. Es como si salieras a escena completamente desnuda, metafóricamente hablando, y te vistieras con un personaje recién inventado. Empiezas a desarrollar tu imaginario y después se producen las interacciones, y a través de las interacciones se producen las descargas. Puedes trabajar con hechos propios, algo que te han contado o lo que te sugiere el espacio. Pronto te das cuenta de tu poder, de tu empoderamiento. Puedes cambiar las emociones y llevarlas por donde tú quieras. Una vez hemos dominado las improvisaciones espontáneas, también trabajamos sobre textos, situaciones, etc.
También es importante la interactividad que se produce entre unas y otras, la complicidad en la comunicación…
Este laboratorio está pensado desde un punto de vista feminista para reforzar a las mujeres. Eso no quiere decir que todas las que vengan tienen que ser feministas convencidas, pero tienen que dejarse llevar y estar dispuestas a improvisar trabajando sus propias vivencias o su imaginación. Pronto se olvidan de ellas mismas y crean personajes, y gracias las interacciones, o intervenciones espontáneas de las presentes, se lleva la acción de un lado u otro. A veces parece que las que tienen alguna experiencia como actriz les puede ser más fácil recurrir a su imaginación y actuar como en un casting, pero después vienen mis sugerencias y la crítica directa de las compañeras que enseguida notan si hay o no autenticidad. Nos retroalimentamos las unas a las otras, y al final todas se olvidan de “actuar” para quedar bien y se desenvuelven con naturalidad.
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