Apuntes e Historia de la Improvisación Teatral. Autor: Gustavo Caletti
Recopilación a cargo del improvisador argentino Gonzalo Rodolico. Escribinos a: materialteoricoimpro@gmail.com
miércoles, 2 de diciembre de 2009
IMPROVISACION: HERRAMIENTA PARA CREAR.
FRAGMENTO DE NOTA QUE ME HICIERON EN LA REVISTA ESPAÑOLA MUJER ACTUAL
- Qué es la improvisación:
La improvisación es un conjunto de herramientas que forman una técnica teatral que permite generar obras sin guión previo.
- La improvisación ¿es una alternativa dentro del teatro?
Una gran alternativa diría yo. Por empezar le permite al público que asiste concurrir a todas las funciones que desee de la misma obra dado que al ser creada en el momento cada noche es un estreno. Eso la vuelve único en el género teatral. Por otro lado dentro de la improvisación hay una gran variedad de propuestas. Desde espectáculos infantiles donde los niños participan activamente de la obra, pasando por trabajo con máscaras o más dramáticos hasta espectáculos donde dos equipos de actores compiten por el aplauso del público.
PARA VER NOTA ENTERA CLIC ACA
lunes, 23 de noviembre de 2009
sábado, 7 de noviembre de 2009
900 FUNCIONES DE IMPROVISA2
NI MAS, NI MENOS! 900 FUNCIONES DE UNO DE LOS GRUPOS MAS SIGNIFICATIVOS DE LA ESCENA LOCAL ARGENTINA!!!
FELIZ CUMPLEAÑOS AMIGOS!!!
SALUTE!!!
domingo, 27 de septiembre de 2009
SE VIENE OTRO FESTIVAL EN CHILE
DEL 31 DE OCTUBRE AL 8 DE NOVIEMBRE SE VIENE EL IMPROFESTIN 09 ORGANIZADOPOR LOS AMIGOS CHILENOS DE COLECTIVO TEATRAL MAMUT.
MAS INFO CLIC EN LA IMAGEN
sábado, 26 de septiembre de 2009
SE JUGARON 2 MUNDIALES DE IMPROVISACIÓN
LA IMPRO, HACIA UNA TRANSFORMACIÓN DEL TEATRO
MAMUT IMPRO, AMIGOS DE CHILE
Al hablar de improvisación teatral, normalmente se tiende a pensar en algo no acabado o en un ejercicio. De cierta forma, existe la idea generalizada de que la improvisación es un medio para llegar, con posterioridad, a una obra “terminada”. Sin embargo, como ha demostrado Keith Johnstone, Viola Spolin, y los distintos grupos teatrales y compañías que se han conformado a partir del trabajo de ellos, la improvisación puede ser el espectáculo. En forma paralela, Johnstone y Spolin buscaron realizar un teatro de calidad accesible al público masivo y donde además este fuese partícipe de la creación. Johnstone ideó el Theatresports, que conjuga la competición deportiva con la improvisación. Este formato de teatro deportivo propone adaptar las reglas de determinado deporte a un contexto teatral. El público vota por los mejores improvisadores y, dependiendo de las reglas del match, puede señalar el tema que van a improvisar. Este formato se realiza con un árbitro, que debe velar porque se cumplan las reglas; un comentarista; los equipos y el público, que es empujado a participar como lo haría en el contexto de un encuentro deportivo. Este tipo de improvisaciones es solo un ejemplo del trabajo que los improvisadores realizan.
Para referirme a la Impro o teatro de improvisación, hablaré principalmente del trabajo de Johnstone y del Colectivo Mamut, uno de los dos grupos chilenos que realizan el teatro de improvisación, centrándome en su obraEfecto Impro y en una conversación que tuvimos sobre el tema. Como se ha mencionado, la Impro busca eliminar el carácter elitista del teatro y abrirlo a todo tipo de público. El teatro clásico presenta a un grupo de actores reproduciendo una situación, en tanto que a través de la improvisación se pretende que el actor viva la situación. La premisa medular corresponde a la noción de que el centro del fenómeno es el espectáculo teatral, con lo cual se desplaza el centro, de un teatro de ideas a un teatro de acciones. En otras palabras, lo importante es lo que se hace, no discutir sobre un asunto sino realizar una acción y luego ver: “Nos dimos cuenta que las cosas inventadas en el minuto podían ser tan buenas o mejores que los textos ya trabajados” (Johnstone: 14). Mediante este método experimental, Johnstone comienza a descubrir la dirección de su trabajo, viéndose en la necesidad de reeducar a lo actores, puesto que para realizar improvisaciones hay que desasirse de una serie de convenciones sobre lo que es actuar y sobre lo que es el teatro.
Para entender el trabajo de Johnstone, resulta pertinente verlo dentro de un proceso, donde el teatro se encontraba entrampado en una actividad que se había vuelto convencional y no provocaba una reacción en el público. A través del Teatro épico, Brecht se propuso romper con una forma caduca de hacer teatro, para ello señaló la necesidad de modificar la relación entre el texto y la representación, entre el director y los actores, y entre la escena y el público, en otras palabras, transformar el teatro en sus distintos ámbitos. Podríamos decir que Johnstone se propone exactamente lo mismo que Brecht, pero de otra forma y yendo un poco más lejos. Artaud, desde otro punto de vista, nos sitúa frente a la necesidad de crear un arte para todo público, que deje el estereotipo de lo “sublime” y le hable a las personas en un modo aprehensible: “Las obras maestras del pasado son buenas para el pasado, no para nosotros. Tenemos derecho a decir lo que ya se dijo una vez, y aun lo que no se dijo nunca, de un modo personal, inmediato, directo, que corresponda a la sensibilidad actual, y sea comprensible para todos” (Artaud: 83). Si las obras maestras ya no están diciendo nada al público, no tiene sentido seguir apegados a ellas y a su carácter “sublime” que la gran mayoría no distingue. Esta mención somera y parcial de ciertos postulados de Artaud y de Brecht nos permite establecer un clima de época, a principios de siglos XX, donde el teatro no estaría respondiendo a las necesidades del público. Keith Johnstone, a mediados del siglo XX, advierte que el problema aún no está zanjado.
El teatro de improvisación retoma estas rupturas, pero da un siguiente paso al replantear la noción de representación. El actor ya no está representado algo previamente escrito, sino que construye una realidad a partir de la espontaneidad de los actores y del público. El actor en escena debe hacerse cargo de un triple rol: actor, director y dramaturgo. Él no repite, sino que vive la escena. Johnstone manifiesta tres reglas básicas, según las cuales el improvisador debe elaborar narrativamente una obra: “(1) interrumpir una rutina; (2) mantener la acción en el escenario –sin desviarse a una acción que ha ocurrido en otro lugar o en otro momento; (3) no cancelar la historia” (Johnstone: 134). Para interrumpir una rutina, los actores deben proponer una acción que cambie el parámetro de la primera acción. En la obra Efecto impro, al ingresar al teatro cada espectador escribe un título, propone una acción que más tarde será representada por los actores. Una vez que se inicia, ellos leen al azar algunos títulos y con estos comienzan a elaborar la escena. La estructura base consiste en tres historias independientes, que de algún modo se unirán más adelante. El elenco está compuesto por seis actores, un tecladista y el encargado de las luces, todos improvisan según se va desarrollando la obra. Uno de los títulos que se leyó fue: “A una chica le regalan un dildo (consolador)”. El primero de los actores se presenta como el vendedor de un sex-shop, es decir, propone una acción que uno de los actores acepta (no cancela la historia) y asume el rol del sujeto que va a comprar el dildo para regalarlo. El comprador nunca ha estado en un sex-shop y se sorprende con los artículos que encuentra, mientras que el vendedor acepta esta indecisión y asume un status alto y se permite realizar bromas. De esta manera, la obra comienza a desarrollarse. Luego que ha comprado el dildo, se traslada a la casa de su novia y allí otro actor asume el rol pertinente. La novia resultó ser un actor hombre, también los géneros sexuales se improvisan y tanto actores como público acepta esa realidad que se va construyendo delante.
Si es que algún actor cancela la acción, la obra se trunca y no avanza. Las obras de Impro se realizan en base a la cooperación entre los actores, sin embargo, esto no implica que los actores tengan que estar diciendo que sí constantemente o que no puedan intrometerse en el espacio del otro. Existen ejercicios de improvisación en que la obra se construye a través del desafío a los compañeros. Sergio Domínguez (integrante del Colectivo Mamut) me ejemplificó con el caso en que un actor sin contexto previo le pregunta al otro: ¿Por qué estás vestido de mujer? Si el actor cancela la acción, dirá que no está vestido de mujer y la acción se acaba, pero si acepta esa realidad y da una explicación, por más ridícula que parezca, la obra continúa, la acción se mantiene en escena, pudiendo tomar distintas direcciones a partir de las proposiciones que se hagan, pero sin olvidar lo que ha ocurrido en escena: “El improvisador debe ser como un hombre que camina hacia atrás. Ve dónde ha estado, pero no presta atención al futuro. Su historia puede llevarlo a cualquier parte, pero siempre debe “balancearla” y darle forma, recordando incidentes que han sido dejados de lado y reincorporándolos” (Johnstone: 108). El improvisador no solo va generando material nuevo, sino que recuerda y utiliza los elementos previos, de esta manera sorprende al público y mantiene cierta unidad narrativa que se perdería si solo avanzase por las distintas proposiciones.
La improvisación tiene el carácter performativo de realizarse una sola vez, en un momento determinado. Para que la obra avance y no se produzcan bloqueos, resulta imprescindible que el actor se desenvuelva con total espontaneidad, no debe pensar propuestas “inteligentes” ni pretender llevar la dirección de la obra, solo debe dejar que la situación se vaya completando. Dada la inmediatez, es habitual que en escena surjan propuestas que los actores no harían conscientemente: “Cualquier cosa que emerja de su inconsciente, la acepto y la trato como algo “normal”” (Johnstone: 103). La espontaneidad, la asociación libre y la aceptación pueden llevar la historia por los terrenos del insconciente, sin que sean tratados de forma abstracta como ocurre con el surrealismo, sino como algo cotidiano. En la representación deEfecto Impro, se entrecruzaba la historia de la chica del dildo, con la de un poeta ultrasensible que no salía de su casa y discutía con su novia superficial, estudiante de turismo, y con la de una mujer que averiguaba sobre el destino de su padre cazador de patos. De un modo progresivo, los distintos personajes llegaban a un bosque en el norte de Chile, donde una tía del jardín infantil los castigaba y golpeaba a todos por diferentes motivos. No vamos a entrar demasiado en las implicancias sexuales y masoquistas de esta escena, en que los diferentes y variados roles de adultos se dejaba dar nalgadas por una profesora de kinder. Lo interesante surge cuando esta situación es presentada como una realidad aceptada por cada personaje, ocasionando uno de los momentos de la obra en que el público se reía más aparatosamente.
En este momento surge un elemento muy importante con respecto a la Impro. Al hablar con el Colectivo Mamut, les pregunté si las distintas compañías de Impro trabajaban el humor. Ellos me explicaron que en una buena función de improvisación el público reía, pero esto no tenía que ver con estar trabajando el humor o no. Podían actuar distintos estilos (horror, drama, comedia, tragedia, melodrama o telenovela) y la risa no se producía por decir o hacer cosas “graciosas”, sino por el hecho de llevar una historia a terrenos reconocibles en que el espectador se identificara con la situación, incorporando la variante de que en ella se rompe la rutina y el personaje actúa espontáneamente aceptando la realidad propuesta, sin bloquear, con lo cual es posible apreciar lo oculto de las relaciones humanas. Keith Johnstone manifiesta sus dudas sobre la noción de cordura o locura: “La mayoría de la gente que conozco está secretamente convencida de que es un poco más loca que el promedio. […] Comprenden que su propia cordura es una actuación, pero al enfrentarse a otros, confunden a la persona con su rol” (Johnstone: 75). Las personas habrían aprendido a bloquear sus primeras ideas, conformando así un sujeto “cuerdo” y evitando ser vistas como sicóticas, obscenas o no-originales. En el teatro de improvisación, al trabajar con las primeras ideas, es posible ver expresados aquellos pensamientos socialmente considerados “locos”, es decir, aquellas ideas que el común de la gente considera locas y que por ende callamos.
Otro aspecto central en la Impro es el reconocimiento del status, dado que esto permite evidenciar la estructura jerarquizada, hasta en sus más mínimos detalles, según la que se ordenan las distintas sociedades. De este modo, toda persona en determinado momento de la vida está desempeñando un status alto o bajo, independiente del status social que posea. Mediante la identificación del status se busca que el actor no se perciba como “actuando” o, por lo menos, no más de lo que lo hace en la vida real. La forma de evidenciar esta distancia se logra a partir de la escena amo-sirviente, en que la función del sirviente consiste en evidenciar el status del amo: “Los lacayos no pueden apoyarse en la pared, porque ésta pertenece al amo. Los sirvientes no deben hacer ruidos ni movimientos innecesarios, porque el aire en el cual están cometiendo la intrusión es del amo” (Johnstone: 54). Una vez que los actores pueden pasar de un status a otro sin problema, pueden extrapolar esta situación a escenas de intercambio de status como una relación padre-hijo, profesor-alumno, jefe-empleado, amigo dominante-amigo pasivo, etc. Al evidenciar este “respeto” por el status, el público se identifica y aprecia sus propios reparos y actitudes autocensuradas. En Efecto Impro, los actores realizan varios personajes en las distintas historias, para que este cambio de rol resulte verosímil el actor debe manifestar física y verbalmente el rango que posee en determinada escena. Esto se observa, por ejemplo, en el trabajo de Mario Escobar quien pasa de un viejo cazador con status alto a un joven inmigrante que carga maletas de status bajo.
La relación entre la escena y el público es el centro del teatro de improvisación. Como se ha dicho todo ocurre en escena, en un intercambio entre actores y público, el cual también interviene y propone. Sergio Domínguez me contó de su reciente experiencia con Colectivo Mamut en el FIIMEX 2008 (Festival internacional de improvisación de México), donde se encontraron con un público distinto al chileno. La Impro lleva más años de desarrollo en México, por lo cual el público era más desafiante y los textos que proponían implicaban imaginar nuevas posibilidades para representar la realidad propuesta. Respecto al público chileno, me dijeron que a lo largo de sus tres años como compañía habían experimentado que la participación de los espectadores ha ido en aumento y los títulos también se han vuelto más imaginativos y espontáneos. Me contaron que en un comienzo les daban texto como: azul, la mansión embrujada, perro. Títulos sobre los que había que proponer una realidad para construir una acción o que ya eran conocidos y remitían a un imaginario ya visto. Una obra como Efecto Impro sitúa al espectador frente a lo que él desea ver, luego esto se complementa con las proposiciones y aceptaciones de los personajes, llevando la historia de un terreno conocido a uno desconocido, porque donde el espectador en su vida diaria diría no, bloqueando la historia, el actor dice sí: “vamos al teatro y, en todas las circunstancias en que diríamos “No”, queremos ver a los actores diciendo “Sí”. Entonces la acción que suprimiríamos si sucediera en la vida real, comienza a desarrollarse en el teatro” (Johnstone: 86). Se observa de esta manera, un lado perverso del espectador, dado que disfruta de las escenas en que puede ver lo que no le gustaría que le ocurriesen a él en su vida cotidiana.
Este carácter perverso es posible apreciarlo en los clásicos de videos donde la gente se cae o se golpea y el espectador ríe, sin embargo, si nos encontramos frente a buenos improvisadores que no teman explorar su inconsciente ni el del público es posible llevar la escena a terrenos más interesantes, donde el espectador se identifique y se reconozca como una persona que abusa de su status con otras personas, por ejemplo, o en que se manifiesten sus perversiones sexuales. La Impro ha abierto nuevas posibilidades para el teatro, resituando la importancia en la escena y en el público. Cada espectáculo es distinto dependiendo de los espectadores, muy lejano de las obras en que hay que estar silencioso viendo lo que pasa en escena, es decir, donde el espectáculo va por un lado y el espectador por otro. La Impro no oculta su carácter artificioso, los actores están escena como actores que asumen roles, no como personajes fijos. Este distanciamiento que buscaba Brecht, en la Impro se presenta desde la primera escena, propiciando un público activo, que se involucre y complete la obra. Pensar que la Impro vaya a minar la dramaturgia clásica puede ser una exageración y en ningún caso es su objetivo, sin embargo, es muy probable que este tipo de teatro vaya paulatinamente consolidando su espacio en la escena teatral y, a su vez, modificándola. El Colectivo Mamut ha desarrollado una obra como Efecto Impro, que trabaja la improvisación larga, entre 50 y 70 minutos. Por lo general, el teatro de improvisación presenta escenas como máximo de 20 minutos. Es tiempo de poner la atención en una vanguardia teatral como la Impro, que se sustenta en un modelo teórico y práctico sólidos, que desafía las nociones clásicas de teatro y que, además, innova sobre sí misma.
Bibliografía
Artaud, Antonin. El teatro y su doble. Buenos Aires, Sudamericana: 2005.
Bejamin, W. Tentativas sobre Brecht, Iluminaciones III. Buenos Aires, Alfaguara: 1998.
Johnstone, Keith. Impro, Improvisación y el teatro. Santiago de Chile, Cuatro Vientos: 1990.
Colectivo Mamut. Efecto Impro.Integrantes del Colectivo Mamut:
Actores: Monica Moya, Nicolás Belmar, Juanita Urrejola, Sergio Domínguez, Marcela Millie, Mario Escobar, Daniela Bolvaran.
Música: Francisco Foco Cerda.
Función vista en el Galpón 7, durante el mes de enero.Links recomendados
Para ejemplos de Theatresports ver:http://www.youtube.com/watch?v=GAHysZ2BLZc ;http://www.youtube.com/watch?v=KknMJqG94no&feature=related
Para un ejemplo de los cambios de status, ver la improvisación “Get a job”: http://www.youtube.com/watch?v=djjhlwuE2eA
FUENTE Y CRÉDITOS:http://www.critica.cl/html/huneeus_02.html
miércoles, 15 de abril de 2009
¿Cómo puedo aprender a improvisar?
(Fragmento del libro Free Play)
¿Cómo puedo aprender a improvisar? Según el autor, la improvisación está en la raíz de nuestra condición humana, por lo que la verdadera pregunta es: ¿Qué nos lo impide?.
Veamos cuáles son a juicio de Stephen los pre-requisitos de la la creación, su ausencia puede obstaculizar su libre fluir:
- Actitud lúdica
- Amor
- Concentración
- Práctica
- Habilidad
- Uso del poder de los límites
- Riesgo
- Entrega
- Paciencia
- Coraje
- Confianza
miércoles, 8 de abril de 2009
EUGENIO BARBA HABLA DE IMPROVISACION
Eugenio Barba es el fundador y director de Odin Teatro como asi también de la Escuela Internacional de Teatro antropológico.
"Improvisación es una palabra sobre explotada hoy en día, que se relaciona con muchos fenómenos desconectados: desde libre creación sobre un tema, hasta variación entre elementos ya fijados, desde actuación mimética hasta las técnicas de composición dramatúrgica. Es una materia de importancia fundamental, en parte porque es un mito que trasciende la historia de la performance moderna, y también porque establece y condiciona una serie de experiencias sin las cuales sería imposible entender correctamente el desarrollo del teatro desde el advenimiento de la mise en scène hasta hoy."
Fuente y crédito: Alejandra Cosín
lunes, 23 de febrero de 2009
DICE WIKIPEDIA SOBRE LA IMPRO
Improvisación
De Wikipedia, la enciclopedia libre
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La improvisación es un valioso recurso en la actuación que estimula la creatividad de los participantes, tanto en las habilidades del pensamiento, como las expresiones corporales.Improvisar significa realizar algo sin haberlo preparado con anterioridad; sin embargo, en la actuación es un recurso que permite desarrollar la capacidad interpretativa en los diálogos y movimientos. No es falta de preparación; mas bien consiste en la habilidad para hacer una tarea escénica pronto y sin previa preparación.
Como una técnica teatral, la improvisación proporciona la oportunidad de actuar constantemente realizando ejercicios con los recursos disponibles y la imaginación. Mediante este procedimiento se fortalece el trabajo en equipo.
Cuando se realizan improvisaciones los actores deben tomar en cuenta las posiciones individuales y saber compartir el escenario escénico con sus compañeros de actuación, además, desplazarse con sumo cuidado hacia determinada zona del escenario.
Es importante señalar que la actuación puede desarrollarse en tres niveles del espacio: inferior, medio y superior.
El espacio inferior se utiliza cuando el actor se mueve en el suelo; se emplea el nivel medio si el actor aparece de rodillas, sentado, a gatas o en cuclillas. El actor se desenvuelve en el espacio superior cuando las actuaciones se realizan de pie.
La intuición del actor le permite actuar en las situaciones inesperadas y solucionar los imprevistos en la escena. Saber improvisar es un valioso recurso durante el montaje de una obra para resolver los problemas que surgen, tanto en los ensayos como en la presentación.
Para lograr una buena técnica de improvisación se requiere:
- Imaginación para definir el argumento. El actor aprende observando la realidad y estudiando los rasgos psicólogos de los personajes que se han creado en la obra.
- Dicción, varía de acuerdo con el papel que se interpreta; es necesario dar el sentido preciso a cada frase, además, volumen y entonación.
- Concentración para asumir las características psicológicas y físicas.
- Escenografía que define la época, el espacio y el medio ambiente de la obra.
- Ejemplo de IMPROVISACIÓN AL PIANO por el compositor y pianista Jerónimo Maesso en "EL ARTE DE LA IMPROVISACIÓN" http://es.youtube.com/watch?v=26X0LgSSDKQ
jueves, 5 de febrero de 2009
SUCESOS ARGENTINOS: DE ARGENTINA, LO MEJOR!!!
SON FRAGMENTOS DE 2 NOTAS QUE DIERON OSQUI Y MARCELO PARA LA PÁGINA ARGENTINA: ALTERNATIVA TEATRAL Y UN VIDEO ENTREVISTA HECHO PARA LA GATA TV DE COLOMBIA A OMAR!
ESTOS 2 GENIOS (GUZMÁN Y SAVIGNONE), JUNTO AL MARADONA (AL MENOS PARA MI) DE ESTA TÉCNICA (GALVÁN), SON LOS RESPONSABLES DIRECTOS DE MI AMOR POR LA IMPRO.
FUERON 2 TEMPORADAS ENTERAS DE VERLOS TODAS LAS NOCHES DESDE LA CABINA DE TÉCNICA. TODA LA SEMANA ESPERABA ESE MOMENTO, LA FELICIDAD (LOS QUE PUDIERON VERLOS JUNTOS, ENTIENDEN)
DE CORAZON, GRACIAS A LOS 3!!!
AQUI NOTA ENTERA A OMAR (VIDEO ON LINE) CLIC ACÁ
AQUI NOTA ENTERA A OSQUI, CLIC ACÁ
¿Y la improvisación?
-Había escuchado hablar de un match de improvisación que se había hecho en Palladium, pero recién cuando estaba en cuarto año, cae un flaco del grupo, Gustavo Sosa, que entrena un equipo del conservatorio, para participar en el 1er Campeonato Amateur de Match de Improvisación. Me anoto y ahí conozco la técnica. Después del campeonato me llaman para jugar en los Ciclos Profesionales en el Rojas, que duraron una temporada. Al año siguiente me convocan para entrenar un equipo para el 2do Campeonato Amateur. Resultó que se trataba de los chicos de Sucesos Argentinos, que habían entrenado con Mosquito Sancineto. Terminamos haciendo un año de temporada y al año siguiente ellos consiguen el Remember Pub y me invitan a ir algunas noches. Esto de la improvisación no se trabajaba en el conservatorio. Es más: estaba mal visto, no nos querían mucho.
-¿Por qué? ¿Qué es la improvisación?
-La improvisación es un género. Lo que sucede es que no es algo conocido por los teóricos. ¡Ojo! Esto no sólo en teatro. Lo único que se instaló, después de muchos años, es la improvisación en la música. Los teóricos hacen la vista gorda, porque hay que meterse a estudiar, ver por qué camino lo lleva la improvisación al artista. Es muy complejo y toma bastante tiempo, hay que rastrear en lugares donde hay muy pocos documentos. Hay muchas cosas que tienen que ver con las raíces populares, con las raíces del hombre, del arte. Todo nace de la improvisación. También existen elementos, a mi criterio, que hacen que todo eso no salga a la luz. Hay lugares de poder a los que no les interesa que esto se estudie, porque no es algo europeo, colonizador, no es serio. Somos colonia. Desde el principio hasta hoy seguimos siendo colonia cultural. Y el que impone lo cultural es el que coloniza.
Además, para improvisar hay que escuchar al público. Ahí hay una historia que no conocemos, o en todo caso conocemos y no contamos. En la química de esa relación es que nosotros improvisamos. Tenemos que escuchar qué es necesario contar hoy, ahora, en este presente. Para poder llevar adelante esa historia, es necesario tener una escucha técnica con el otro, que tiene que ver con aceptar todo lo que ese otro propone. Escuchar y aceptar son dos cosas diferentes. Aceptando lo del otro, uno empieza a admitir las cosas que desconoce de sí mismo. Es como una cadena. Pero lo primero es escuchar al público, porque es con él que vamos a establecer esta relación teatral. Este hecho teatral sucede por la conjunción de ambos, no sólo porque están los actores.
-¿La “impro” tiene que ver, entonces, con la intuición?
- La intuición te sirve para relacionarte con el compañero y la percepción para escuchar al público. Son dos cosas distintas. La intuición es decir “él hace así, él va a saltar, y yo hago así porque sé que él va a saltar”. Aquello de lo que habla Carlos Castaneda, de estar al acecho, presente. Y la percepción es poder captar qué es lo que los espectadores están pidiendo. Esto no quiere decir actuar algo a favor del público, o para que se divierta solamente, sino detectar lo que está escondiendo de sí mismo. Cuando el público mira a un improvisador, ve a un hombre libre, que acepta, que no tiene conflictos, no tiene nada. ¿Y qué hace el público? Se libera. Al liberarse, saca, desparrama un montón de cosas que tiene guardadas. Ahí es que el improvisador tiene que atrapar eso que está sucediendo, que ni el público conoce.
En las clases yo veo todo el tiempo, con mi grupo, que esa libertad es lo único que nos hace seguir actuando. Económicamente no nos da nada. ¿Tenemos prestigio con la crítica?: ninguno. Sí sabemos que el nuestro es un espacio de liberación constante y de vacío, que es un desafío para nosotros mismos. Yo digo siempre que la improvisación es un camino hacia adentro más que hacia fuera. Es saltar hacia casilleros nuevos que uno guarda adentro cuando no hay nada. Ahí está el vértigo. Pero no se trata del vértigo de una carrera, sino de aquel que relaciona el estar con el hacer. A los actores, cuando toman las clases de “impro”, les cuesta bastante, porque sienten que tienen mucho más para perder. Cada vez que pasan, les parece que deben ser efectivos, demostrar sus estudios. Al que no es actor no le importa nada. Él asume la técnica fácilmente, libera sensaciones. Cuando el actor logra captar el trabajo, lo enriquece con su actuación, con su dramaturgia, su poética, su manera de ver el teatro. Y descubre ahí que tiene una propia visión de la actuación. En la búsqueda de la propia poética está mi verdadera continuidad dentro del teatro, la causa por la cual elijo ser actor. ¿Sabés cuántos actores hay que están frustrados, resentidos, enojados o simplemente atados a una escuela, porque no encuentran la propia y necesitan efectividad ya? La “impro” te calza en tus zapatos de actor. Te dice “vos hoy actuás así, no actuás como quisieras actuar. No sos ni Ricardo Bartis, ni Robert De Niro, ni Johnny Deep. Sos éste, éstas son tus raíces, éste sos vos, tus conflictos son éstos. No necesitás nada más.”
-Vos transitaste con la impro otros géneros, además de los humorísticos. ¿Por qué?
- La “impro” está encasillada dentro el humor. Con Qué rompimos dedicamos tiempo de investigación a otros lugares, sobre todo a ver cómo son las lecturas de un autor en un lugar dramático, cómo cae en un lugar dramático. ¿Por qué la improvisación no puede caer acá, y hacer también una dramaturgia de lo dramático? Y nos dimos cuenta de que lo dramático no tiene sentido. Ninguno. Que ver a una persona sufrir, no tiene ninguna razón. El humor sumado al drama, generó en nosotros una nueva lectura, como si hubiéramos encontrado una identidad que tiene que ver con lo patético, con ver a alguien sufriendo frente una situación absurda. Jugadores, que fue nuestro primer espectáculo como grupo, era para nosotros un espacio donde tirarnos a encontrar esos lugares: no jugar a la comedia, sino a otra cosa, que nos permitía generar, entre el público y nosotros, lugares de experiencia desconocidos, de aspereza, de inquietud, de incomodidad. Hubo funciones de una densidad tal, que cualquier movimiento podía ser producto de risa o de llanto, pero de llanto desconsolado. Por eso hablo de lo patético, en el sentido del pathos.
Yo siempre les digo a los chicos: libérense de la necesidad de hacer reír, porque no es eso lo que venimos a hacer acá. Es improvisación, encuentro, liberación. Y la liberación puede salir por la risa, pero también por el dolor.
-La escucha o la intuición de las que hablabas, ¿tienen que ver con el vaciarse del que habla Jerzy Grotowsky?
-Totalmente. Osvaldo Bermúdez, mi profesor de acrobacia, me dice “¿Para qué hacés eso, si es innecesario para hacer la vertical?”. El trabajo del actor, más allá de llenarse de cosas, tiene que ver con vaciarse Crear un estado donde no hacés nada, pero todo sucede. Sacar la parafernalia. Pablo Picasso decía que no buscaba, que encontraba. El teatro también se hace por impronta científica. Ningún descubrimiento de la ciencia se hizo porque se buscaba, todos fueron hallazgos. Alexander Fleming deja incubando unos hongos con la ventana abierta. Cuando vuelve, están podridos. Los revisa y crea la penicilina. Va, crea, y encuentra. Todo está acá, todo está ahí. Hay
un viejo cuento chino, en el que llega un tipo y le dice al maestro: “Maestro, abandoné mi casa y mis hijos para seguirte, caminé para seguirte. Decime algo”. Y el maestro le contesta: “Todo está donde lo abandonaste”. Por eso, continuar es avanzar y avanzar es regresar. Por eso, Barba decía que todo actor debe volver siempre a su primera clase de teatro. Con aquello de volver al origen, el teatro se transforma en el ADN del hombre.
AQUI NOTA ENTERA A MARCELO, CLIC ACÁ
Con tu experiencia en improvisación ¿Es una dificultad trabajar en base a textos?
No. No soy sólo improvisador sino que la improvisación es una herramienta de mi trabajo. Tengo una gran capacidad de improvisación y por eso la he desarrollado en muchos espectáculos. Pero mi formación es de actor y me interesa trabajar el texto y el decir, por eso tengo un entrenamiento físico y vocal muy grande. Es un problema cuando la gente que se dedica a la improvisación solo se limita a eso. En esos casos, la improvisación pasa ser un lugar superficial y banal.
¿Cuando se ve la banalidad en la improvisación?
Cuando se ve solo un entretenimiento y un espectáculo que no te hace pensar. Ya tenemos bastantes cosas que nos quieren hacer dejar de pensar para que esto ocurra también en el teatro. No me refiero al hecho de “pensar” explícitamente sino a los mecanismos poéticos que tiene el teatro como lugares de expresión que me llevan a la reflexión. Si bien no está mal que la gente vaya al teatro solo para reírse de procedimientos paródicos, creo que el teatro y el arte están en otra línea que no es solo entretenimiento. Para mí es muy importante la reflexión del espectador.
Y... ¿Cómo se logra?
Necesita opinión de los actores que interpretan. La técnica de improvisación tiene varios niveles. Al principio es casi una catarsis que sobreviene en el momento, luego uno puede elegir y ahí se está hablando de decisión y de camino; creo que es lo que tiene que ocurrir para que uno no se quede con la superficialidad del texto.
La improvisación puede ser una creación muy viva porque está creada en el momento, pero también puede ser una creación muy muerta al repetir ciertos lugares y ciertos clisés. No todo es humor en la improvisación. Yo creo que es algo más profundo, y es lo que traté de manifestar en En sincro.
¿Cómo trabajaste el tema de la improvisación en En Sincro?
Yo empecé a improvisar desde el año 94’ y, posteriormente, con Sucesos Argentinos seguí desarrollando la temática de improvisación y siempre necesite de estímulos. Trabajé con máscaras balinesas, luego desarrollé una línea nueva de improvisación que no tenía que ver con el humor. En esta última etapa, necesité llevar a cabo un show de improvisación sólo y con un músico. En esta obra soy muchos personajes en la improvisación y luego combino todos esos personajes en un solo territorio mientras la música funciona como temas. Lo importante para mí es, llegado un punto del espectáculo, la posibilidad de combinar todo lo que sucedió, como un racconto monstruoso en donde doy mi opinión sobre la improvisación. Es un trabajo muy agotador, que incluso tiene un momento casi de transe, de transe creativo por supuesto, no es que pierdo la conciencia. Es un estado muy fuerte.
CRÉDITO Y FUENTE: www.alternativateatral.com.ar
ESTOS 2 GENIOS (GUZMÁN Y SAVIGNONE), JUNTO AL MARADONA (AL MENOS PARA MI) DE ESTA TÉCNICA (GALVÁN), SON LOS RESPONSABLES DIRECTOS DE MI AMOR POR LA IMPRO.
FUERON 2 TEMPORADAS ENTERAS DE VERLOS TODAS LAS NOCHES DESDE LA CABINA DE TÉCNICA. TODA LA SEMANA ESPERABA ESE MOMENTO, LA FELICIDAD (LOS QUE PUDIERON VERLOS JUNTOS, ENTIENDEN)
DE CORAZON, GRACIAS A LOS 3!!!
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"La improvisación es una forma de expresión, una forma de vida"
"El futuro de la impro en Ámerica es optimista en cuanto a la expansión"
(MAS NOTAS DE OMAR EN EL ARCHIVO DE ESTE BLOG)
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¿Y la improvisación?
-Había escuchado hablar de un match de improvisación que se había hecho en Palladium, pero recién cuando estaba en cuarto año, cae un flaco del grupo, Gustavo Sosa, que entrena un equipo del conservatorio, para participar en el 1er Campeonato Amateur de Match de Improvisación. Me anoto y ahí conozco la técnica. Después del campeonato me llaman para jugar en los Ciclos Profesionales en el Rojas, que duraron una temporada. Al año siguiente me convocan para entrenar un equipo para el 2do Campeonato Amateur. Resultó que se trataba de los chicos de Sucesos Argentinos, que habían entrenado con Mosquito Sancineto. Terminamos haciendo un año de temporada y al año siguiente ellos consiguen el Remember Pub y me invitan a ir algunas noches. Esto de la improvisación no se trabajaba en el conservatorio. Es más: estaba mal visto, no nos querían mucho.
-¿Por qué? ¿Qué es la improvisación?
-La improvisación es un género. Lo que sucede es que no es algo conocido por los teóricos. ¡Ojo! Esto no sólo en teatro. Lo único que se instaló, después de muchos años, es la improvisación en la música. Los teóricos hacen la vista gorda, porque hay que meterse a estudiar, ver por qué camino lo lleva la improvisación al artista. Es muy complejo y toma bastante tiempo, hay que rastrear en lugares donde hay muy pocos documentos. Hay muchas cosas que tienen que ver con las raíces populares, con las raíces del hombre, del arte. Todo nace de la improvisación. También existen elementos, a mi criterio, que hacen que todo eso no salga a la luz. Hay lugares de poder a los que no les interesa que esto se estudie, porque no es algo europeo, colonizador, no es serio. Somos colonia. Desde el principio hasta hoy seguimos siendo colonia cultural. Y el que impone lo cultural es el que coloniza.
Además, para improvisar hay que escuchar al público. Ahí hay una historia que no conocemos, o en todo caso conocemos y no contamos. En la química de esa relación es que nosotros improvisamos. Tenemos que escuchar qué es necesario contar hoy, ahora, en este presente. Para poder llevar adelante esa historia, es necesario tener una escucha técnica con el otro, que tiene que ver con aceptar todo lo que ese otro propone. Escuchar y aceptar son dos cosas diferentes. Aceptando lo del otro, uno empieza a admitir las cosas que desconoce de sí mismo. Es como una cadena. Pero lo primero es escuchar al público, porque es con él que vamos a establecer esta relación teatral. Este hecho teatral sucede por la conjunción de ambos, no sólo porque están los actores.
-¿La “impro” tiene que ver, entonces, con la intuición?
- La intuición te sirve para relacionarte con el compañero y la percepción para escuchar al público. Son dos cosas distintas. La intuición es decir “él hace así, él va a saltar, y yo hago así porque sé que él va a saltar”. Aquello de lo que habla Carlos Castaneda, de estar al acecho, presente. Y la percepción es poder captar qué es lo que los espectadores están pidiendo. Esto no quiere decir actuar algo a favor del público, o para que se divierta solamente, sino detectar lo que está escondiendo de sí mismo. Cuando el público mira a un improvisador, ve a un hombre libre, que acepta, que no tiene conflictos, no tiene nada. ¿Y qué hace el público? Se libera. Al liberarse, saca, desparrama un montón de cosas que tiene guardadas. Ahí es que el improvisador tiene que atrapar eso que está sucediendo, que ni el público conoce.
En las clases yo veo todo el tiempo, con mi grupo, que esa libertad es lo único que nos hace seguir actuando. Económicamente no nos da nada. ¿Tenemos prestigio con la crítica?: ninguno. Sí sabemos que el nuestro es un espacio de liberación constante y de vacío, que es un desafío para nosotros mismos. Yo digo siempre que la improvisación es un camino hacia adentro más que hacia fuera. Es saltar hacia casilleros nuevos que uno guarda adentro cuando no hay nada. Ahí está el vértigo. Pero no se trata del vértigo de una carrera, sino de aquel que relaciona el estar con el hacer. A los actores, cuando toman las clases de “impro”, les cuesta bastante, porque sienten que tienen mucho más para perder. Cada vez que pasan, les parece que deben ser efectivos, demostrar sus estudios. Al que no es actor no le importa nada. Él asume la técnica fácilmente, libera sensaciones. Cuando el actor logra captar el trabajo, lo enriquece con su actuación, con su dramaturgia, su poética, su manera de ver el teatro. Y descubre ahí que tiene una propia visión de la actuación. En la búsqueda de la propia poética está mi verdadera continuidad dentro del teatro, la causa por la cual elijo ser actor. ¿Sabés cuántos actores hay que están frustrados, resentidos, enojados o simplemente atados a una escuela, porque no encuentran la propia y necesitan efectividad ya? La “impro” te calza en tus zapatos de actor. Te dice “vos hoy actuás así, no actuás como quisieras actuar. No sos ni Ricardo Bartis, ni Robert De Niro, ni Johnny Deep. Sos éste, éstas son tus raíces, éste sos vos, tus conflictos son éstos. No necesitás nada más.”
-Vos transitaste con la impro otros géneros, además de los humorísticos. ¿Por qué?
- La “impro” está encasillada dentro el humor. Con Qué rompimos dedicamos tiempo de investigación a otros lugares, sobre todo a ver cómo son las lecturas de un autor en un lugar dramático, cómo cae en un lugar dramático. ¿Por qué la improvisación no puede caer acá, y hacer también una dramaturgia de lo dramático? Y nos dimos cuenta de que lo dramático no tiene sentido. Ninguno. Que ver a una persona sufrir, no tiene ninguna razón. El humor sumado al drama, generó en nosotros una nueva lectura, como si hubiéramos encontrado una identidad que tiene que ver con lo patético, con ver a alguien sufriendo frente una situación absurda. Jugadores, que fue nuestro primer espectáculo como grupo, era para nosotros un espacio donde tirarnos a encontrar esos lugares: no jugar a la comedia, sino a otra cosa, que nos permitía generar, entre el público y nosotros, lugares de experiencia desconocidos, de aspereza, de inquietud, de incomodidad. Hubo funciones de una densidad tal, que cualquier movimiento podía ser producto de risa o de llanto, pero de llanto desconsolado. Por eso hablo de lo patético, en el sentido del pathos.
Yo siempre les digo a los chicos: libérense de la necesidad de hacer reír, porque no es eso lo que venimos a hacer acá. Es improvisación, encuentro, liberación. Y la liberación puede salir por la risa, pero también por el dolor.
-La escucha o la intuición de las que hablabas, ¿tienen que ver con el vaciarse del que habla Jerzy Grotowsky?
-Totalmente. Osvaldo Bermúdez, mi profesor de acrobacia, me dice “¿Para qué hacés eso, si es innecesario para hacer la vertical?”. El trabajo del actor, más allá de llenarse de cosas, tiene que ver con vaciarse Crear un estado donde no hacés nada, pero todo sucede. Sacar la parafernalia. Pablo Picasso decía que no buscaba, que encontraba. El teatro también se hace por impronta científica. Ningún descubrimiento de la ciencia se hizo porque se buscaba, todos fueron hallazgos. Alexander Fleming deja incubando unos hongos con la ventana abierta. Cuando vuelve, están podridos. Los revisa y crea la penicilina. Va, crea, y encuentra. Todo está acá, todo está ahí. Hay
un viejo cuento chino, en el que llega un tipo y le dice al maestro: “Maestro, abandoné mi casa y mis hijos para seguirte, caminé para seguirte. Decime algo”. Y el maestro le contesta: “Todo está donde lo abandonaste”. Por eso, continuar es avanzar y avanzar es regresar. Por eso, Barba decía que todo actor debe volver siempre a su primera clase de teatro. Con aquello de volver al origen, el teatro se transforma en el ADN del hombre.
AQUI NOTA ENTERA A MARCELO, CLIC ACÁ
Con tu experiencia en improvisación ¿Es una dificultad trabajar en base a textos?
No. No soy sólo improvisador sino que la improvisación es una herramienta de mi trabajo. Tengo una gran capacidad de improvisación y por eso la he desarrollado en muchos espectáculos. Pero mi formación es de actor y me interesa trabajar el texto y el decir, por eso tengo un entrenamiento físico y vocal muy grande. Es un problema cuando la gente que se dedica a la improvisación solo se limita a eso. En esos casos, la improvisación pasa ser un lugar superficial y banal.
¿Cuando se ve la banalidad en la improvisación?
Cuando se ve solo un entretenimiento y un espectáculo que no te hace pensar. Ya tenemos bastantes cosas que nos quieren hacer dejar de pensar para que esto ocurra también en el teatro. No me refiero al hecho de “pensar” explícitamente sino a los mecanismos poéticos que tiene el teatro como lugares de expresión que me llevan a la reflexión. Si bien no está mal que la gente vaya al teatro solo para reírse de procedimientos paródicos, creo que el teatro y el arte están en otra línea que no es solo entretenimiento. Para mí es muy importante la reflexión del espectador.
Y... ¿Cómo se logra?
Necesita opinión de los actores que interpretan. La técnica de improvisación tiene varios niveles. Al principio es casi una catarsis que sobreviene en el momento, luego uno puede elegir y ahí se está hablando de decisión y de camino; creo que es lo que tiene que ocurrir para que uno no se quede con la superficialidad del texto.
La improvisación puede ser una creación muy viva porque está creada en el momento, pero también puede ser una creación muy muerta al repetir ciertos lugares y ciertos clisés. No todo es humor en la improvisación. Yo creo que es algo más profundo, y es lo que traté de manifestar en En sincro.
¿Cómo trabajaste el tema de la improvisación en En Sincro?
Yo empecé a improvisar desde el año 94’ y, posteriormente, con Sucesos Argentinos seguí desarrollando la temática de improvisación y siempre necesite de estímulos. Trabajé con máscaras balinesas, luego desarrollé una línea nueva de improvisación que no tenía que ver con el humor. En esta última etapa, necesité llevar a cabo un show de improvisación sólo y con un músico. En esta obra soy muchos personajes en la improvisación y luego combino todos esos personajes en un solo territorio mientras la música funciona como temas. Lo importante para mí es, llegado un punto del espectáculo, la posibilidad de combinar todo lo que sucedió, como un racconto monstruoso en donde doy mi opinión sobre la improvisación. Es un trabajo muy agotador, que incluso tiene un momento casi de transe, de transe creativo por supuesto, no es que pierdo la conciencia. Es un estado muy fuerte.
CRÉDITO Y FUENTE: www.alternativateatral.com.ar
viernes, 30 de enero de 2009
La improvisación: estrategias productivas de una práctica escénica alternativa. Hablan los teatristas.
Interesantísima nota que data del año 2005 en la que participan en mesa redonda, Osqui Guzamn, Mosquito Sancineto y los amigos Pablo Coca, Ernesto Zuazo y Javier Bacchetta.
A continuación algunos fragmentos y al pie la nota entera en pdf.
Mosquito Sancineto- Nosotros a los conflictos los llamamos motores. Es lo que va a hacer avanzar la situación. A ello se agrega el decir sí a la propuesta del compañero. Hay que observar mucho todo lo que se realiza, una escucha corporal muy determinada. A los motores se agregan los estilos de trabajo y es en ese terreno en donde uno puede desarrollarse infinitamente, porque cuanto más informados ea el actor, mejor será su búsqueda. Se conocemos bien a Manuel Puig, por ejemplo, podremos usar esos personajes de Boquitas pintadas en otras situaciones. Eso da
posibilidades lúdicas muy interesantes.
Osqui Guzmán- Los orígenes de la improvisación son lejanos. Lo primero en lo que se piensa es en la commedia dell’arte pero la improvisación es algo propio de todo artista.A continuación algunos fragmentos y al pie la nota entera en pdf.
Mosquito Sancineto- Nosotros a los conflictos los llamamos motores. Es lo que va a hacer avanzar la situación. A ello se agrega el decir sí a la propuesta del compañero. Hay que observar mucho todo lo que se realiza, una escucha corporal muy determinada. A los motores se agregan los estilos de trabajo y es en ese terreno en donde uno puede desarrollarse infinitamente, porque cuanto más informados ea el actor, mejor será su búsqueda. Se conocemos bien a Manuel Puig, por ejemplo, podremos usar esos personajes de Boquitas pintadas en otras situaciones. Eso da
posibilidades lúdicas muy interesantes.
Los músicos, por ejemplo: improvisar fue una habilidad que tuvieron Bach, Mozart, Beethoven. Hay testimonios escritos de grandes realizadores contemporáneos que los vieron improvisar. Era muy común en la época porque no había muchas maneras de fijar por escrito lo que se hacía, lo que se decía. En poesía también s e improvisaba al estilo de.... Al estilo de Lope, de Góngora, de Quevedo. Solía hacerse de memoria porlas mismas razones. Luego la commedia dell’arte improvisa a partir de los arquetipos humanos de las distintas regiones de Italia. Cada artista aprendía el estilo de cada región. Ellos trabajaban sobre canevas, sobre situaciones fijas y lo que ponían en el medio, los lazzi, era improvisación pura. Hay un libro de un comediante italiano de la
época en donde se le recomienda al actor que, para poder improvisar, debe conocertodas las artes vinculadas al teatro. Estamos hablando de cómo se entendía laimprovisación en esa época. Más tarde, a partir del siglo XIX, se empieza a institucionalizar toda la creación artística y desaparece la improvisación. De una manera burocrática, se separan todas las instancias de la creación. Antes el músico era a la vez compositor e intérprete; luego aparece quien escribe, quien interpreta, quien hace los arreglos. Todo lo que es improvisación se pierde, desaparece y empieza a considerarse negativamente, por estar fuera de la institución. Esto sigue hasta el día de hoy, en el que una institución se encarga de recuperar el arte de la improvisación, respondiendo a una necesidad de la sociedad de hoy de ver espectáculos de improvisación y de los artistas de hoy de hacer espectáculos de improvisación. La palabra improvisación toma una nueva lectura. En Estados Unidos en los 40 y en Inglaterra en los 50, la improvisación, que ya se había revalorizado con el jazz, vuelve al teatro. Antes no se podía hablar de espontaneidad porque había que saber demasiado. Hoy, en cambio, nos genera alegría improvisar; poder hacer lo que
pensamos y, a medida en que hacemos, generar lo que pensamos. La palabra improvisación nos devuelve la ética y nos genera una nueva estética, que es el teatro de la espontáneo. Una estética que tiene que ver con el artista entregado al vacío. Creo que la improvisación de hoy le debe mucho a la improvisación tal como la entendían los artistas de la antigüedad, porque las necesidades existenciales son las mismas en todas las épocas. En las clases de improvisación, lo que nosotros nos planteamos es un camino de encuentro. No de búsqueda, sino todo lo contrario: encuentro con lo que yo tengo, con todo lo que voy cargando artísticamente, personalmente. Creo que ésa es la diferencia fundamental ante lo que fue y lo que es la improvisación como proyecto moderno.
NOTA COMPLETA HACIENDO CLIC ACA
Fuente y Créditos: www.telondefondo.org / Beatriz Trastoy
jueves, 15 de enero de 2009
Keith Johnstone: ESPONTANEIDAD
Aqui encontrarás un fragmento de su libro IMPRO: LA IMPROVISACIÓN Y EL TEATRO. Es el capítulo que le dedica a la ESPONTANEIDAD.
Costó subirlo, asi que espero lo disfruten.
Dejen sus comentarios al pie de cada artículo si lo desean!!!
Está en formato pdf, clic aquí para leerlo
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El cuerpo deportivo, metáfora existencial y escénica en el teatro argentino actual (Fragmento)
Beatriz Trastoy
Universidad de Buenos Aires
En lo que respecta a nuestro entender, más interesante y productiva- perspectiva, es decir, la que concierne a las tematización de las disciplinas deportivas como configuraciones autorreferenciales
de la teoría y la práctica escénicas, nos centraremos en el análisis de dos ejemplos.
El primero de ellos, denominado Teatro Deportivo, aparecido en los escenarios porteños en las últimas décadas, tiene como antecedentes, por un lado, a Viola Spolin, quien entre los años 20 y 30 desarrolló una nueva modalidad de enseñanza teatral basada en la improvisación, especialmente dirigida a los niños, la cual se presentaba a modo de juego. Su hijo Paul Sills retomó la propuesta y, junto con otros teatristas, impulsó en la Universidad de Chicago una especie de moderna commedia dell’arte. Por otro lado, el teatro deportivo remite al británico Keith Johnstone, quien en los años 70 implementó sus teorizaciones sobre la improvisación, conocidas como Theatresports en la Universidad
3. Hopkins, Cecilia, «Bengala o el mundo de los boxeadores según Alfredo Megna. La lucha deportiva como metáfora.», Página 12, Buenos Aires, lunes 19 de Marzo de 2007.
Cft. http://www.autores.org.ar/amegna/notaspagina12.htm
Principio del formulario
4. Hans- Ulrico Gumbrecht, en Ivana Costa, «El deporte y los críticos», Revista ñ, Buenos Aires, 15 de abril de 2006, p. 12.
El cuerpo deportivo, metáfora existencial y escénica en el teatro argentino actual Stichomythia 7 (2008) 59
de Calgary (Canadá). Su objetivo fundamental era desacartonar las prácticas escénicas y acercar al teatro a los fanáticos del fútbol y del box. Precisamente en Canadá, dado que los actores no tenían trabajo durante el invierno, porque los espectadores sólo parecían interesarse en los partidos de hockey sobre hielo, Robert Gravel e Yvon Leduc desarrollan en 1977 el match de improvisación, una competencia teatral festiva e interactiva entre productores y receptores.
En el match de improvisación participan dos equipos de seis integrantes en ropa deportiva (tres mujeres y tres hombres), un maestro de ceremonias, un árbitro y dos ayudantes que controlan la aplicación del reglamento y sancionan las faltas. Las acciones improvisadas sobre propuestas realizadas en el momento (suelen sortearse tarjetas -muchas veces escritas previamente por los espectadores- a través de las que se determinan el título, tema, género, formato, estilo, duración y número de jugadores) se desarrollan en un campo de juego cuadrangular similar a un ring de boxeo. El público que vota por medio de unas tarjetas de colores, puede demostrar su descontento
arrojando sobre los participantes una pantufla de tela que se le provee junto con la entrada.
Si bien coinciden en el clima de competencia de espíritu deportivo, el Theatersport se diferencia del match, en el hecho de que se basa en proponer dificultades extremas: improvisar con ojos tapados, emitir textos que no incluyan determinada letra o bien constituidos exclusivamente por interrogaciones,
hacer permanentemente zapping de diferentes estilos y géneros, entre otras. Tales improvisaciones
son evaluadas de 1 a 5 según la modalidad olímpica5.
El reglamento de los matches de improvisación está cuidadosamente diseñado; determina la cantidad y calidad los participantes; prohibe salir del área de juego; establece la duración y el modo de cronometrar de los partidos (tres tiempos de treinta minutos, con diez de descanso entre cada período); indica la forma de establecer comienzo y final (uso de sirena); define la naturaleza de las improvisaciones, que son de dos tipos: comparada, en la que cada equipo desarrolla el mismo
tema, y mixta, en la que uno o más jugadores de los dos equipos tienen que improvisar juntos sobre el mismo tema. Asimismo, especifica cuidadosamente el desarrollo de cada improvisación que consta de tres partes: anuncio del tema (naturaleza de la improvisación, título, número de jugadores, categoría de la improvisación, duración), concentración entre los miembros de cada equipo y otorgamiento de puntaje. Por otra parte, aclara la manera de desempatar; determina la forma de penalizar; el modo en que se debe pedir explicaciones al árbitro; la modalidad de la clasificación, referida al calendario de los encuentros regulares, a los campeonatos de ascenso y a los torneos de eliminatorias; establece la validez de la protesta; determinan los procedimientos a seguir en los diferentes casos de improvisación inconclusa; y, además establece el código gestual del árbitro, referido al uso de accesorios ilegales; a la farsa, mala actuación o fanfarronería por parte de algún jugador; al empleo de clichés; a la confusión; la desconexión; al juego demorado; a las faltas mayores; a la falta de escucha, a la mala conducta; al número ilegal de jugadores, a las obstrucciones; a los procedimientos ilegales; al castigo de match, al rechazo de personajes; a la rudeza y al tema no respetado.
La Argentina fue el primer país de habla hispana que incorporó esta modalidad teatral profesional, como resultado de los talleres dictados por Silvie Potvin y Silvie Gagnon de la Liga Nacional de Improvisación
de Quebec y por Claude Bazin de la Liga de Improvisación Francesa. El match de improvisación se presentó en el verano de 1988, en la sala de la discoteca Paladium. Participaron, entre otros Fabio «Mosquito» Sancinetto y Ricardo Behrens, quienes serían más tarde los exponentes de las distintas tendencias
de esta peculiar modalidad escénica. El primero de ellos, Mosquito Sancinetto quien a partir de 1990 desarrolló su actividad en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires,
5. El programa de la televisión estadounidense, difundido por la cadena Sony, denominado «Whose line is it anyway?», desarrolla improvisaciones de acuerdo con este modelo.
60 Stichomythia 7 (2008) Beatriz Trastoy
se distanció laboralmente de Behrens en 1996 y, dos años más tarde, abandonó el formato de los tres tiempos. Actualmente dirige la Compañía de Teatro-Improvisación Argentina.
Ricardo Beherens, por su parte, creó la Liga Profesional de Improvisación (LPI), avalada por la Liga Nacional de Improvisación de Quebec, que posee los derechos de autor del match y fundó la Escuela Internacional de Improvisación que sirvió de base para la creación de otras ligas latinoamericanas. En abril de 2001, se firmó la carta fundacional de la Liga de Improvisación de la República Argentina (lira), entre representantes de las ligas de Buenos Aires, Mendoza, La Plata, Mar del Plata, entre otras. En dicho documento, se establecieron los principios éticos, teatrales y deportivos de la práctica escénica
y se reglamentó la formación de las ligas regionales y universitarias y se determinó un porcentaje de 15% de los borderaux de los matches para crear un fondo común destinado al fomento y la capacitación
de participantes, la organización de torneos, intercambios regionales e internacionales y el fomento de la investigación en la especialidad. Asimismo, la Federación de Improvisación Profesional Iberoamericana (fipi) agrupa numerosos países como Argentina, Colombia, Brasil, Puerto Rico, Chile, México y España y se organizó en la ciudad de México el primer Mundial de improvisación en lengua española. Por otra parte, en nuestro medio, también existen Ligas de Improvisación amateurs, especialmente
en el ámbito de las diferentes universidades nacionales, con sus propios sistemas de torneos y campeonatos. En 2002 el grupo dirigido por Behrens organizó el Festival Nacional de Improvisación Teatral en argentina y, al año siguiente, llevó a cabo la 1ª. Copa del Mundo de Match de Improvisación,
campeonato del que participaron los países integrantes de las Ligas reconocidas.
Nota entera haciendo clic aquí
Universidad de Buenos Aires
En lo que respecta a nuestro entender, más interesante y productiva- perspectiva, es decir, la que concierne a las tematización de las disciplinas deportivas como configuraciones autorreferenciales
de la teoría y la práctica escénicas, nos centraremos en el análisis de dos ejemplos.
El primero de ellos, denominado Teatro Deportivo, aparecido en los escenarios porteños en las últimas décadas, tiene como antecedentes, por un lado, a Viola Spolin, quien entre los años 20 y 30 desarrolló una nueva modalidad de enseñanza teatral basada en la improvisación, especialmente dirigida a los niños, la cual se presentaba a modo de juego. Su hijo Paul Sills retomó la propuesta y, junto con otros teatristas, impulsó en la Universidad de Chicago una especie de moderna commedia dell’arte. Por otro lado, el teatro deportivo remite al británico Keith Johnstone, quien en los años 70 implementó sus teorizaciones sobre la improvisación, conocidas como Theatresports en la Universidad
3. Hopkins, Cecilia, «Bengala o el mundo de los boxeadores según Alfredo Megna. La lucha deportiva como metáfora.», Página 12, Buenos Aires, lunes 19 de Marzo de 2007.
Cft. http://www.autores.org.ar/amegna/notaspagina12.htm
Principio del formulario
4. Hans- Ulrico Gumbrecht, en Ivana Costa, «El deporte y los críticos», Revista ñ, Buenos Aires, 15 de abril de 2006, p. 12.
El cuerpo deportivo, metáfora existencial y escénica en el teatro argentino actual Stichomythia 7 (2008) 59
de Calgary (Canadá). Su objetivo fundamental era desacartonar las prácticas escénicas y acercar al teatro a los fanáticos del fútbol y del box. Precisamente en Canadá, dado que los actores no tenían trabajo durante el invierno, porque los espectadores sólo parecían interesarse en los partidos de hockey sobre hielo, Robert Gravel e Yvon Leduc desarrollan en 1977 el match de improvisación, una competencia teatral festiva e interactiva entre productores y receptores.
En el match de improvisación participan dos equipos de seis integrantes en ropa deportiva (tres mujeres y tres hombres), un maestro de ceremonias, un árbitro y dos ayudantes que controlan la aplicación del reglamento y sancionan las faltas. Las acciones improvisadas sobre propuestas realizadas en el momento (suelen sortearse tarjetas -muchas veces escritas previamente por los espectadores- a través de las que se determinan el título, tema, género, formato, estilo, duración y número de jugadores) se desarrollan en un campo de juego cuadrangular similar a un ring de boxeo. El público que vota por medio de unas tarjetas de colores, puede demostrar su descontento
arrojando sobre los participantes una pantufla de tela que se le provee junto con la entrada.
Si bien coinciden en el clima de competencia de espíritu deportivo, el Theatersport se diferencia del match, en el hecho de que se basa en proponer dificultades extremas: improvisar con ojos tapados, emitir textos que no incluyan determinada letra o bien constituidos exclusivamente por interrogaciones,
hacer permanentemente zapping de diferentes estilos y géneros, entre otras. Tales improvisaciones
son evaluadas de 1 a 5 según la modalidad olímpica5.
El reglamento de los matches de improvisación está cuidadosamente diseñado; determina la cantidad y calidad los participantes; prohibe salir del área de juego; establece la duración y el modo de cronometrar de los partidos (tres tiempos de treinta minutos, con diez de descanso entre cada período); indica la forma de establecer comienzo y final (uso de sirena); define la naturaleza de las improvisaciones, que son de dos tipos: comparada, en la que cada equipo desarrolla el mismo
tema, y mixta, en la que uno o más jugadores de los dos equipos tienen que improvisar juntos sobre el mismo tema. Asimismo, especifica cuidadosamente el desarrollo de cada improvisación que consta de tres partes: anuncio del tema (naturaleza de la improvisación, título, número de jugadores, categoría de la improvisación, duración), concentración entre los miembros de cada equipo y otorgamiento de puntaje. Por otra parte, aclara la manera de desempatar; determina la forma de penalizar; el modo en que se debe pedir explicaciones al árbitro; la modalidad de la clasificación, referida al calendario de los encuentros regulares, a los campeonatos de ascenso y a los torneos de eliminatorias; establece la validez de la protesta; determinan los procedimientos a seguir en los diferentes casos de improvisación inconclusa; y, además establece el código gestual del árbitro, referido al uso de accesorios ilegales; a la farsa, mala actuación o fanfarronería por parte de algún jugador; al empleo de clichés; a la confusión; la desconexión; al juego demorado; a las faltas mayores; a la falta de escucha, a la mala conducta; al número ilegal de jugadores, a las obstrucciones; a los procedimientos ilegales; al castigo de match, al rechazo de personajes; a la rudeza y al tema no respetado.
La Argentina fue el primer país de habla hispana que incorporó esta modalidad teatral profesional, como resultado de los talleres dictados por Silvie Potvin y Silvie Gagnon de la Liga Nacional de Improvisación
de Quebec y por Claude Bazin de la Liga de Improvisación Francesa. El match de improvisación se presentó en el verano de 1988, en la sala de la discoteca Paladium. Participaron, entre otros Fabio «Mosquito» Sancinetto y Ricardo Behrens, quienes serían más tarde los exponentes de las distintas tendencias
de esta peculiar modalidad escénica. El primero de ellos, Mosquito Sancinetto quien a partir de 1990 desarrolló su actividad en el Centro Cultural Ricardo Rojas de la Universidad de Buenos Aires,
5. El programa de la televisión estadounidense, difundido por la cadena Sony, denominado «Whose line is it anyway?», desarrolla improvisaciones de acuerdo con este modelo.
60 Stichomythia 7 (2008) Beatriz Trastoy
se distanció laboralmente de Behrens en 1996 y, dos años más tarde, abandonó el formato de los tres tiempos. Actualmente dirige la Compañía de Teatro-Improvisación Argentina.
Ricardo Beherens, por su parte, creó la Liga Profesional de Improvisación (LPI), avalada por la Liga Nacional de Improvisación de Quebec, que posee los derechos de autor del match y fundó la Escuela Internacional de Improvisación que sirvió de base para la creación de otras ligas latinoamericanas. En abril de 2001, se firmó la carta fundacional de la Liga de Improvisación de la República Argentina (lira), entre representantes de las ligas de Buenos Aires, Mendoza, La Plata, Mar del Plata, entre otras. En dicho documento, se establecieron los principios éticos, teatrales y deportivos de la práctica escénica
y se reglamentó la formación de las ligas regionales y universitarias y se determinó un porcentaje de 15% de los borderaux de los matches para crear un fondo común destinado al fomento y la capacitación
de participantes, la organización de torneos, intercambios regionales e internacionales y el fomento de la investigación en la especialidad. Asimismo, la Federación de Improvisación Profesional Iberoamericana (fipi) agrupa numerosos países como Argentina, Colombia, Brasil, Puerto Rico, Chile, México y España y se organizó en la ciudad de México el primer Mundial de improvisación en lengua española. Por otra parte, en nuestro medio, también existen Ligas de Improvisación amateurs, especialmente
en el ámbito de las diferentes universidades nacionales, con sus propios sistemas de torneos y campeonatos. En 2002 el grupo dirigido por Behrens organizó el Festival Nacional de Improvisación Teatral en argentina y, al año siguiente, llevó a cabo la 1ª. Copa del Mundo de Match de Improvisación,
campeonato del que participaron los países integrantes de las Ligas reconocidas.
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LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE LA IMPRO
David Esteban Cubero(Madrid)
“Está todo preparado”. Estas palabras se escuchan comúnmente entre los espectadores que ven por primera vez un espectáculo de improvisación. “Seguro que tienen preparadas muchas historias y las adaptan al título”. Retahílas de algunos espectadores desconfiados que chocan directamente con el elemento principal de la improvisación: la creatividad.
¿Por qué preparar si se puede crear?
¿Por qué aprenderse diez, cien o un millón de historias pudiendo contar todas? ¿Porqué conformarse con contar historias que ya han sido contadas pudiendo crear cualquier historia?
En el vocabulario del actor improvisador está desterrada la palabra “ensayo”. Él no ensaya, como los demás actores, él entrena, como los deportistas. El improvisador entrena su creatividad, tanto actoral como dramatúrgicamente, para contar cualquier historia… todas las historias.
Metáfora-tópico: el escritor, guionista o autor teatral es como un dios creador, que inventa unos personajes y un mundo para ellos, con sus propias reglas. Pues bien, el improvisador no se conforma con ser dios sino que busca convertirse en la santísima trinidad. Es el dios autor, que escribe la historia, pero también, como Jesucristo, se hace carne para interpretarla y, como el espíritu santo en el cónclave papal, la dirige mostrando el camino a seguir. Autor, actor y director: el Improvisador asume todas las facetas de la creación teatral. Y digo todas, porque también mimará los objetos que utiliza en la escena y crea con su actuación el espacio y la escenografía donde se encuentra, e incluso nos muestra si camina por un callejón oscuro o bajo un sol abrasador sin necesidad de encender un foco. Un “espacio vacío” y uno o varios actores para llenarlo, para darle vida en directo. Un “Génesis” para cada escena.
Pero para tan ardua tarea el improvisador no se encuentra solo. Sus compañeros actores/autores/directores improvisadores crearán la historia con él, convirtiendo el acto de creación en algo más complejo y enriquecedor que si lo hiciera solo. Tantas santísimas trinidades creando a la vez pueden generar caos y, como solo existe lo que es creado en la escena, es muy importante tener escucha sobre lo que crean los demás actores: existe para el espectador, ese que sí lo ve todo. La escena va creando su propia lógica de creación y los actores deben respetarla. No todo vale. La libertad del actor no es infinita. Avanza la historia y la trama y personajes se va fijando, creando memoria y obligando a ser respetados. Pero se escribe en directo y no se puede reescribir. Los lapsus se asientan y la historia contada es la que había que contar.
Y dentro del “no todo vale”, cada espectáculo de improvisación tiene sus propias reglas. Unas limitaciones con las que el espectador es cómplice. Esas condiciones lejos de ser castradoras son las que dan sentido y valor al trabajo del improvisador, pues es ante las limitaciones cuando la creatividad se manifiesta en un estado más puro. Todos tenemos la facultad de ser creativos, de encontrar soluciones a problemas o preguntas, pero son las capacidades de cada uno, y lo que se busque, lo que hará que las soluciones sean más originales, sorprendentes, artísticas, concretas... El improvisador trabaja su creatividad para que la historia que surja en directo sea original, o sea, que “no es imitación de otra cosa”. Pero la originalidad, premio del improvisador, es también su losa… y su lucha: desterrarse de la mente las historias ya contadas, los clichés conocidos, que llegan a la mente cuando se improvisa. El secreto está en vivir, no en actuar. Si el actor vive la escena, la historia pasa antes por el cuerpo que por el pensamiento. Improvisando hay que escuchar siempre al cuerpo, que nos indica el camino a seguir y ayuda con los bloqueos de la mente.
Hay otra definición de original que es menos exigente: “que parece haberse producido por primera vez”. En ella se escudan los espectadores escépticos: “sí, es original, parece haberse producido por primera vez... pero seguro que tienen algo preparado.” A ellos sólo puedo contestarles que un espectáculo de improvisación no sólo se produce cada noche por primera vez… si no que también por última.
Fuente y Créditos: Patricia Davis
“Está todo preparado”. Estas palabras se escuchan comúnmente entre los espectadores que ven por primera vez un espectáculo de improvisación. “Seguro que tienen preparadas muchas historias y las adaptan al título”. Retahílas de algunos espectadores desconfiados que chocan directamente con el elemento principal de la improvisación: la creatividad.
¿Por qué preparar si se puede crear?
¿Por qué aprenderse diez, cien o un millón de historias pudiendo contar todas? ¿Porqué conformarse con contar historias que ya han sido contadas pudiendo crear cualquier historia?
En el vocabulario del actor improvisador está desterrada la palabra “ensayo”. Él no ensaya, como los demás actores, él entrena, como los deportistas. El improvisador entrena su creatividad, tanto actoral como dramatúrgicamente, para contar cualquier historia… todas las historias.
Metáfora-tópico: el escritor, guionista o autor teatral es como un dios creador, que inventa unos personajes y un mundo para ellos, con sus propias reglas. Pues bien, el improvisador no se conforma con ser dios sino que busca convertirse en la santísima trinidad. Es el dios autor, que escribe la historia, pero también, como Jesucristo, se hace carne para interpretarla y, como el espíritu santo en el cónclave papal, la dirige mostrando el camino a seguir. Autor, actor y director: el Improvisador asume todas las facetas de la creación teatral. Y digo todas, porque también mimará los objetos que utiliza en la escena y crea con su actuación el espacio y la escenografía donde se encuentra, e incluso nos muestra si camina por un callejón oscuro o bajo un sol abrasador sin necesidad de encender un foco. Un “espacio vacío” y uno o varios actores para llenarlo, para darle vida en directo. Un “Génesis” para cada escena.
Pero para tan ardua tarea el improvisador no se encuentra solo. Sus compañeros actores/autores/directores improvisadores crearán la historia con él, convirtiendo el acto de creación en algo más complejo y enriquecedor que si lo hiciera solo. Tantas santísimas trinidades creando a la vez pueden generar caos y, como solo existe lo que es creado en la escena, es muy importante tener escucha sobre lo que crean los demás actores: existe para el espectador, ese que sí lo ve todo. La escena va creando su propia lógica de creación y los actores deben respetarla. No todo vale. La libertad del actor no es infinita. Avanza la historia y la trama y personajes se va fijando, creando memoria y obligando a ser respetados. Pero se escribe en directo y no se puede reescribir. Los lapsus se asientan y la historia contada es la que había que contar.
Y dentro del “no todo vale”, cada espectáculo de improvisación tiene sus propias reglas. Unas limitaciones con las que el espectador es cómplice. Esas condiciones lejos de ser castradoras son las que dan sentido y valor al trabajo del improvisador, pues es ante las limitaciones cuando la creatividad se manifiesta en un estado más puro. Todos tenemos la facultad de ser creativos, de encontrar soluciones a problemas o preguntas, pero son las capacidades de cada uno, y lo que se busque, lo que hará que las soluciones sean más originales, sorprendentes, artísticas, concretas... El improvisador trabaja su creatividad para que la historia que surja en directo sea original, o sea, que “no es imitación de otra cosa”. Pero la originalidad, premio del improvisador, es también su losa… y su lucha: desterrarse de la mente las historias ya contadas, los clichés conocidos, que llegan a la mente cuando se improvisa. El secreto está en vivir, no en actuar. Si el actor vive la escena, la historia pasa antes por el cuerpo que por el pensamiento. Improvisando hay que escuchar siempre al cuerpo, que nos indica el camino a seguir y ayuda con los bloqueos de la mente.
Hay otra definición de original que es menos exigente: “que parece haberse producido por primera vez”. En ella se escudan los espectadores escépticos: “sí, es original, parece haberse producido por primera vez... pero seguro que tienen algo preparado.” A ellos sólo puedo contestarles que un espectáculo de improvisación no sólo se produce cada noche por primera vez… si no que también por última.
Fuente y Créditos: Patricia Davis
Borja Cortés: 2 textos
Dramaturgia e improvisación teatral
“ Aprender a improvisar es ante todo aprender a escribir. Escribir espontáneamente, solo o con otros, frente a un público...piezas de teatro de duración variable, cuyo principal interés reside precisamente en que se escriben, se interpretan y se escenifican delante de nuestros ojos.”
(R. Gravel y J.M Lavergne en “Impro. Reflexiones y análisis”)
Uno de los grandes campos de trabajo que necesariamente ha de abordar la persona que se inicia en la práctica de la Improvisación Teatral, es el desarrollo y entrenamiento de su espontaneidad. Este elemento, herramienta clave de la técnica de Improvisación, es en gran parte responsable de que el Teatro de Improvisación sea un Teatro vivo, peculiar y sorprendente. Trabajar la espontaneidad significa aprender a no censurar las primeras respuestas de la mente ante los estímulos que el improvisador recibe, aprender a decir “sí” a los impulsos de la imaginación. Se trata de un proceso por el cual el improvisador va gozando cada vez de más libertad, abriendo así el camino de la sorpresa: sorprenderse a uno mismo, sorprender al compañero, sorprender al público. El inglés Keith Johnstone, en su obra “Impro. La improvisación y el teatro” , hace una certera y atractiva exposición sobre en qué consiste y a qué nos lleva la espontaneidad en el Teatro de Improvisación.
No se trata, ni mucho menos, de que cada improvisador se deje llevar, únicamente, por aquello que le viene a la cabeza en cada momento. Si es importante que el improvisador aprenda a escucharse a sí mismo para decir “sí” a sus impulsos e ideas, lo es igualmente el aprender a escuchar al otro o a los otros improvisadores que están en escena con él, para decir “sí” a las propuestas ajenas. Podríamos por tanto afirmar, en consecuencia con lo hasta ahora expuesto, que una buena escena improvisada, sería el resultado de lo construido a partir de una buena escucha de uno mismo y de los compañeros de escena, y de una aceptación de las propuestas e ideas propias y ajenas, como principal motor para la interpretación y el desarrollo de la improvisación. Pero esto no es todo. Hay otro elemento clave sobre el cual el improvisador ha de activar su escucha: la historia que se está contando y sus características.
Si bien un buen improvisador no debería nunca abandonar el entrenamiento de la espontaneidad, llega un momento en su proceso de investigación en el que adquiere una capacidad considerable de escucha y de aceptación de propuestas. Pienso que quizás sea ese el momento en que debe centrar su trabajo y su atención en la calidad dramatúrgica de las escenas que crea. Esto es, en escribir y construir bien una historia de interés. Quizás la diferencia entre un buen improvisador y un muy buen improvisador consista en la capacidad de este último de crear historias interesantes y bien construidas. En ese momento, la improvisación, además de ser un teatro original, vivo y vertiginoso, aumenta en interés para el espectador, al aumentar la conexión de lo que está pasando en escena con sus emociones y con su intelecto. Para llegar a este punto, el improvisador ha de centrar su atención y su tarea en otro de las destrezas claves de la técnica de Improvisación Teatral: la toma de decisiones en escena. Ya no se trata, tan sólo, de avanzar en la improvisación mediante la escucha y el “si”, sino que ha de adquirir la habilidad de escoger, entre todas las posibles acciones, textos, personajes y demás elementos con los que trabaja, que hacen avanzar y dan cuerpo a la improvisación (gestos, estados de ánimo, espacio o espacios donde se desarrolla la escena....) aquellos que están más en consonancía con el rumbo que ha ido tomando la misma, consiguiendo así profundizar y abrir nuevas puertas en el camino dramatúrgico ya iniciado en la escena improvisada. Al principio de la impro sí, es bueno dejarse llevar; una especie de automatismo (que no implique, necesariamente, velocidad) en el que la voluntad racional quede, en cierta medida, al margen, permitirá que aparezcan motores interesantes que serán los cimientos de la improvisación, y a la vez, el trampolín que hará que la improvisación se dispare . Pero una vez la improvisación se va abocetando, se establece una especie de diálogo latente entre los improvisadores ( o del improvisador consigo mismo en el caso de un monólogo) por el cual, a través de las aportaciones individuales, se van tomando decisiones comunes. Decisiones que atañen al tema, al argumento, al manejo del espacio , el tiempo, el ritmo, el estilo de la improvisación... Este nivel de atención puesta en lo que se está contando y en cómo se está contando, da también pie a sentir cuando es el momento de que aparezcan nuevos acontecimientos en escena, el momento de alcanzar un clímax o el momento de llegar al final de una improvisación.
Lo más probable es que cuando el improvisador empiece a hacerse cargo de su responsabilidad como dramaturgo, y comience, por tanto, a realizar una actividad de praxis y análisis en este sentido, se sienta torpe, poco ágil, demasiado racional. Mi experiencia como improvisador y como entrenador de improvisadores, así me lo confirma; en los primeros ejercicios de entrenamiento en que se impone a los improvisadores que han de seguir determinada estructura narrativa, para que empiecen a tomar conciencia de la importancia de una buena construcción dramática, estos se muestran incómodos , trabados, lentos. Les invade la sensación de que han perdido la originalidad y la frescura que habían llegado a adquirir con horas de entrenamiento. Algunos, seguramente de modo inconsciente, deciden no meterse en semejante berenjenal: les basta con ser originales y divertidos. Los que siguen adelante en esta exploración, van adquiriendo cada vez más (como casi siempre, con horas de trabajo y con un buen guía-entrenador) agilidad para armar, al calor de la acción, improvisaciones de calidad. Encontrarán de nuevo la frescura propia de la improvisación; se irán haciendo diestros en encontrar el equilibrio entre la espontaneidad en su estado más puro y la capacidad de elegir y decidir, de entre sus posibles reacciones, las más acordes con lo ya establecido y las que más favorezcan el óptimo desarrollo de la impro.
No debe malinterpretarse esta relación que establezco entre cada decisión que se toma en escena con lo que ha pasado y con lo que está por pasar en la improvisación, como una forma de proceder que lleve a que la escena improvisada sea previsible y falta de sorpresas. Nada más lejos de mi intención promover una especie de causalidad casi matemática. Esas decisiones pueden ser sorpresivas, rompedoras, inesperadas. Pueden hacer que la improvisación de un giro de 180 grados, y transportarnos a lugares a los que ningún improvisador y ningún espectador había sospechado que la impro pudiera conducirnos. A lo que me refiero es a la importancia de que la improvisación tenga una lógica interna, su propia lógica, valida únicamente para esa improvisación. Y ahí es donde la toma de decisiones adquiere un papel protagonista. Uno de los placeres como espectador, al igual que sucede con la mayoría de las buenas películas o las buenas novelas, sería sorprenderse con el devenir de la improvisación, y una vez acabada ésta exclamar: “no me lo esperaba, pero claro, no podía ser de otra manera.”
Estamos hablando de arte. No existen fórmulas. Existe experiencia, práctica, análisis, reflexión, técnica, ejercicios... Todo ello nos va dando agilidad y capacidad para escribir, interpretar y ser responsables de la puesta en escena al mismo tiempo. El objetivo es hacer de la Improvisación Teatral, además de un teatro palpitante, vertiginoso y original, un “teatro de calidad”, en el sentido más amplio posible del término.
(Compartiendo escena en Impro Chile 08)
En Enero del 2004, en México D.F, la Liga de Improvisación Madrileña fue invitada como representante de España en el “Primer Mundial de Improvisación en Español”. La experiencia y el intercambio artístico que allí se produjo fue algo extraordinario, y daría para unos cuantos artículos y reflexiones muy interesantes por parte de los que allí estuvimos. Pero hubo algo de lo que sólo yo pude disfrutar, un privilegio que me ofreció el azar y que ahora, al tener la oportunidad de escribir sobre Improvisación Teatral en una revista, me siento en el deber de compartir con todos aquellos interesados en este campo.OTRO TEXTO DEL GRAN BORJA
LUCHO DUSSAULT, O LA IMPRO COMO FORMA DE VIDA.
LUCHO DUSSAULT, O LA IMPRO COMO FORMA DE VIDA.
Acabado el partido Argentina-España, un Match de Improvisación (1) vibrante y de mucha calidad, el señor calvo y con barba que nos abría por las mañanas la sala de ensayo anexa al Teatro Helénico, dónde se celebraban los espectáculos del Mundial, se acercó a mí felicitándome por el juego del equipo y por el mío en particular. “Ustedes de verdad que se arriesgan, felicitaciones. Y sobre todo usted, en serio que es un improvisador con agallas” Me quedé bastante sorprendido, ya que era la primera vez que este hombre nos dirigía la palabra. Cuando por las mañanas le dábamos los buenos días, emitía un escuetísimo gruñido a modo de respuesta. Había ya cachondeo y todo tipo de chistes entre improvisadores sobre el “sordomudito” o el “perturbado del Helénico”, que aparecería cualquier noche en nuestro hotel con hacha en mano. Tal era su aspecto siniestro y su actitud hosca. Cuando les dije a mis compañeros de su comentario, pensaron que les tomaba el pelo. La anécdota fue también motivo de chascarrillos.
Dos días después, tras nuestra representación de “Chup Suey”, el espectáculo de Improvisación Teatral de formato no deportivo que mostrábamos en México, volví apresurado al teatro a las doce y cuarto de la noche, con la esperanza de que no hubieran cerrado todavía y pudiera recuperar mi cartera, olvidada en el camerino. Por fortuna, el teatro estaba aún abierto. Segundos antes de entrar, oí en el interior una voz muy grave dando grandes voces. Algún acto violento, quizás un robo, estaba ocurriendo allí dentro. Me entró bastante miedo. Miré con cautela por el hueco que dejaba la puerta entreabierta y lo que vi fue al “sordomudito” en el centro del escenario gritando frases amenazantes con un arma imaginaria entre los brazos. Pensé que estaba loco. Continué mirando. Enseguida cambió sorprendentemente de lugar y de postura corporal, y con una voz temblorosa y débil, se convirtió en una anciana señora que imploraba piedad. Volvió de nuevo al personaje amenazante y disparó a la señora. Seguidamente, consiguió crear, él solo, en cuestión de segundos y de modo admirable, 8 o 9 personajes distintos que corrían despavoridos , pidiendo auxilio mientras el hombre del arma disparaba, gritando que daría a todos su merecido. Se me quedó grabada aquella escena. Era increíble como el solo llenaba el escenario y conseguía, cambiando a gran velocidad de un personaje a otro, crear una sensación de muchedumbre en pánico. La escena terminaba con el asesino paseando entre los cadáveres y hablando sobre la justicia divina mientras miraba al cielo. Cuándo terminó la escena vi que se acercaba a proscenio, y del montón de papeles con títulos que no habían sido seleccionados para “Chup Suey” (2) y que aún seguían allí en una urna, sacó uno al azar y lo leyó en alto: “El pescador”. La improvisación que realizó a continuación, mucho más pausada, me impactó igualmente. Se trataba de la vida de un pescador que había recorrido todos los ríos del mundo buscando a su hijo, a quien una bruja convirtió en pez nada más nacer. El mismo pescador narraba la historia ante un público inexistente, y mediante flash backs nos llevaba a los momentos más interesantes de su vida y sus pesares. Me quedé allí, agazapado y completamente boquiabierto con lo que estaba viendo. Nunca había pensado que se pudiera llegar a tal calidad teatral y a tal intensidad dramática con la Improvisación Teatral. A la siguiente, no me pude resistir. El título que leyó decía “No lo sé”. Cuándo el profesor de matemáticas al que comenzó a dar vida dijo “José Luis, al pizarrón” y ya se disponía a cambiar de personaje, aparecí corriendo como un rayo, gritando por entre las butacas del teatro “Si, señor maestro”. La mirada de asombro y de susto le duró apenas unos segundos. Inmediatamente aceptó mi propuesta e hicimos una larga improvisación sobre la relación de un hijo con su padre que era a la vez su profesor en la escuela. Así continuamos durante horas. Perdí absolutamente la noción del tiempo, e incluso la del espacio. Nunca he sentido tanto placer actuando, ni tanta sensación de fluidez ni tanta seguridad de estar haciendo arte y teatro del bueno.. Me resultaba muy fácil improvisar con él. Aportaba siempre el acontecimiento justo en el momento preciso, creaba unos personajes riquísimos y sus propuestas eran siempre inteligentes, justas y generosas.
Así pasamos las tres siguientes noches, improvisando y charlando. Me contó su pasado como actor y como improvisador en Canadá, lo que la Impro (3) había significado en su vida, y un montón de anécdotas fascinantes. La casualidad, el destino, “ o quien sabe que pinche ser divino”, había querido que mucho tiempo después, la improvisación se cruzara en su camino, y el mundial viniera precisamente a celebrarse en el sitio en el que ahora trabajaba él como portero Al ver los espectáculos, sintió de nuevo una enorme necesidad de improvisar. Por eso pasaba allí las noches desde que comenzó el mundial, “desoxidándome”. Él también estaba encantado de improvisar conmigo. Hacíamos un dúo muy bueno. Me pidió que no dijera nada y que no se me ocurriera traer a nadie ninguna noche: la Impro había acabado para él hacía años, no quería que se enterasen de su condición de ex-actor, y quería evitar a toda costa que nadie le tentase con volver a improvisar. “Diría que sí. Hace mucho olvidé como decir no. Y mi etapa como improvisador está ya bajo tierra, no quiero sacarla más”
Me contó que por entonces ocupaba casi todas sus horas en escribir. Estaba trabajando en una inmensa obra autobiográfica. La última noche que nos vimos, le encontré bastante apagado y desanimado. Me dijo que había caído en la cuenta de que lo que estaba haciendo no era más que una “gran pendejada” . Las autobiografías no eran más que tergiversaciones de lo que pasó en realidad, y no tenía ningún sentido reproducir. Las reproducciones eran siempre falsas. “Es como intentar repetir una improvisación” De repente le parecía completamente absurda su tarea de los últimos años. Las cosas tenían su momento y su lugar, y era un sinsentido intentar revivirlas, plasmarlas, querer dejar constancia. Él, que había sido toda su vida un defensor de lo efímero y lo fugaz, del arte de la improvisación, que nace para morir y desaparecer poco después, sentía que se había traicionado a sí mismo con su intención de escribir y publicar sus memorias. Aquella noche quería irse pronto a casa, así que se despidió de mí sin grandes sentimentalismos. Antes le pedí leer su obra. Se resistió en un principio, pero descubrí que en el fondo estaba deseando que alguien la leyera, que por lo menos hubiera un testigo de esa creación de la que renegaba ahora. Entendí que su malestar se debía a la traición de unos ideales o una ética, pero con todo y con eso, él mismo sabía que su escrito era bueno, y necesitaba, al menos, un lector. Y así conseguí traerme para Madrid setecientas cuarenta y tres hojas escritas a máquina. Su infancia, sus padres, su profesión, la Improvisación Teatral, sus amores, su familia, su sentido del humor, sus viajes, sus ídolos, Canadá, México...... Me impactó y me interesó muchísimo su peculiar vida.
De todo ese grueso, extraigo a continuación algunas líneas especialmente relacionadas con su íntima y fructuosa relación con la Impro. Utilizo únicamente mis intervenciones para hilar y hacer síntesis. Las notas son también aclaraciones mías. Gran parte del encanto de su obra consiste en su caótica estructura. El orden en el que plasmaré aquí estos fragmentos no se corresponde con el orden de la obra, sino con mi interés en estructurar el artículo de la forma que creo más conveniente.
Su padre era canadiense y su madre mexicana. Cuando decidió dejar atrás la actuación y, sobre todo, dejar atrás la Improvisación Teatral, supo cual era el camino:
Tenía que abandonar Canadá, eso estaba claro. Sentía la profunda necesidad de romper con todo. Darme cuenta de que, inevitablemente y a mi pesar, después de tantos años improvisando, me repetía, fue algo muy doloroso. Todas las situaciones, los personajes, las historias... me remitían a improvisaciones pasadas. Tenía que ser coherente conmigo mismo y con la ética que tanto había defendido. Era el momento de abandonar, de decir adiós a aquello que había sido casi mi religión durante tantos años”. De esta forma, como única forma de pasar página, dejó la Canadá en la que siempre había vivido y actuado, e inició nueva vida en México. Un México que hasta entonces no era más que “un recuerdo lejano de unas vacaciones antes del accidente de mi mamá, con una ciudad atestada que era toda ella un mercado, y dónde en cada esquina vendían unas bolas rojas que nunca quise probar a pesar que mi mamá insistía”. Fue en esa Ciudad de México, 15 años después de su llegada para quedarse, dónde tuve la suerte de conocerle, y dónde pude disfrutar del inmenso lujo de improvisar con él.
La mayor parte de la gente con quien se cruzaba a diario no sabían su nombre. Lucho era callado, discreto y serio hasta el extremo. Para los técnicos y actores que frecuentaban el Teatro Helénico, solo era el hombre que abre y cierra el teatro, el que te dice dónde puedes encontrar una tela para aforar o a quien acudir cuando se funde la luz del baño. Este era Lucho Michele Dussault Medina, el portero y encargado de mantenimiento del Helénico. “Me inscribí en cuanto llegué a México en una agencia de búsqueda de empleo. Cualquier cosa. El teatro había acabado para mí. Disfrutaba con el cosquilleo y con el vértigo que me provocaba comenzar una vida nueva, un nuevo país, un nuevo empleo...era similar al cosquilleo nervioso que sentía en mis primeros años de improvisador, en los instantes antes de improvisar delante del público. Ese no saber nada casi orgásmico. Y la primera llamada (si no quieres frijoles, ahí van dos cucharadas): tenemos un empleo para usted señor Dussault. Apunte. Teatro Helénico. Avda Revolución 1500. La primera respuesta de mi mente fue no. No, no, de ninguna manera voy a ser el conserje de un teatro. Décimas de segundo después, me encontraba aceptando y preguntando por la fecha de comienzo. El “sí a huevo” traicionándome una vez más. Esa maldita y fascinante regla de la improvisación por la cual has de aceptar siempre las propuestas que te llegan, me ha jugado ya muchas chingaderas en la vida. Pero no me arrepiento: también me ha empujado hacia lugares fascinantes.” Cómo esta, me contó otras muchas anécdotas increíbles. Era un auténtico obseso, un maníaco de la improvisación. La Improvisación Teatral y sus técnicas habían calado tanto en él que se habían convertido en un código inquebrantable que no solo regía su trabajo teatral, sino toda su vida. “ Cómo San Pablo, yo tuve mi propia caída del caballo el día que descubrí la improvisación. Por aquel entonces, yo andaba sumido en una crisis importante, en un laberinto del que no era capaz de salir. La profesión de actor empezaba a aburrirme hasta el cansancio, pero no sabía hacer otra cosa. Por suerte o por desgracia, desde que pude memorizar unas líneas, mi padre, Ben Dussault, un titán en el panorama teatral de Canadá , me había colocado en cuanta obra de teatro necesitaba de la aparición de un niño. Nunca tuve demasiado talento, pero cumplía con eficiencia, cosa que agradaba enormemente a los directores, casi siempre más ocupados en coreografíar y hacer una atractiva puesta en escena que en lograr de los actores una buena interpretación. Así pasó mi infancia y mi primera juventud, de obra en obra, de teatro en teatro, de director en director. Un día empecé a preguntarme ¿por qué?¿para qué? ¿quiero? ¿me gusta? ¿ elegí yo esto?. Comencé a sentirme completamente asqueado cada vez que llegaba al camerino del “Théatre du Chevau Rouge”, dónde me encontraba entonces trabajando en “Le divorce de Mme Larmaloeil”, un vomitivo vodevil que llenaba cada noche. En ese estado de crisis me encontraba cuando una tarde, Jan Marc Lavergne, con quien había coincidido y hecho gran amistad en la gira con “Rhinocéros”, me invitó a ver un espectáculo en el que estaba trabajando. “Se trata de un Match de Improvisación. Mejor no te cuento. Ven y sorpréndete. Es algo diferente”, recuerdo que me dijo cuando le pregunté sobre lo que me invitaba a ver. Y vaya si me sorprendí. Lo que vi aquella noche en la “Salle de Théâtre Experimental” de Montreal no se me olvidará nunca.¡ Eso era lo que yo quería hacer!, un teatro vivo, fresco, original, arriesgado. Aquellos actores eran capaces de crear, a partir de los títulos que daba un árbitro y con apenas unos segundos para ponerse de acuerdo, escenas e historias que llegaban a la gente. El público reía de corazón, y participaba junto a los actores de ese salto al vacio que es la Improvisación. Volví a la semana siguiente, con la ilusión de volverme a reír con ganas y con la morbosa curiosidad de comprobar hasta que punto aquello era improvisado. El match que vi fue muy distinto al de la semana anterior, y no solo reí. Una improvisación del equipo verde sobre un escritor exiliado y la correspondencia que mantiene con su mujer, protagonizada por Guylaine Tremblay y Robert Lepage, me conmovió de tal manera que tuve que tragarme las lágrimas. Las posibilidades de aquello eran infinitas.¡Sentí tantas ganas de lanzarme a la patinoire (4) a improvisar yo también! Quería participar más aun de aquella fiesta, disfrutar con ellos, formar parte. Me daban muchísima envidia. Actores con imaginación, libres, completamente dueños de sus interpretaciones, de sus decisiones, absolutamente responsables de todo el acto creativo. ¡Y yo era solo una marioneta al servicio del director de turno!. Al dia siguiente no acudí al “Chevau Rouge”. No estaba dispuesto a pasar un día más en aquella sala recargada que apestaba a naftalina. Esto me costó un juicio y una multa considerable, pero hubiera sido más capaz de comerme un nopal, con espinas y todo, antes que volver a ser cómplice en aquella basura.. Dos semanas después me encontraba tomando un curso con Yvone Leduc, uno de los creadores del Match de Improvisación, y dos meses más tarde, haciendo las pruebas para entrar a formar parte de algún equipo de de la L.N.I.(5) Debuté la temporada siguiente, la 78-79, como jugador del equipo amarillo de la Segunda División. A mediados del mes de Febrero, recibí la llamada de Yvone; Jean-Jacqui Boutet se iba a trabajar a París y dejaba una vacante en el equipo verde de la Primera División. Yvone quería que yo la ocupara. El 3 de Marzo, en el “Atelier Continu”, ante 275 espectadores, debutaba en la División de Honor. Nunca he sentido tantos nervios como aquel día. Me encontraba en tal estado de excitación, que cuando terminó el partido apenas podía recordar las improvisaciones, tan sólo imágenes, frases, retazos sueltos de improvisación que me hacían eco en la cabeza mezclados con los aplausos, risas y zapatillazos (6). Recibí la medalla al mejor jugador del partido, y al final de la temporada, la copa al improvisador revelación.
Fue la etapa más feliz de mi vida. A mis 31 años comencé a descubrir no solo el placer del teatro, sino también el placer de la vida. Hasta entonces yo no era solamente un actor gris, era también un tipo gris, un hombre de costumbres, arrastrado por la inercia. Un autómata. Cierto es que gozaba de cierto prestigio, y de la simpatía de mucha gente. Cierto que frecuentaba personas y lugares aparentemente interesantes; no me perdía exposición de pintura alguna ni concierto de jazz que hubiera en Montreal, siempre que no tuviera función. Pero un autómata. Hasta esas cosas, las que supuestamente me gustaban, las que años atrás me entusiasmaban, estaban entonces huecas, vacías, formando parte de un manojo de hábitos que se sucedían en mi vida de una manera completamente absurda, insustancial de tan previsible. La Impro me abrió los ojos (........) En el teatro, en la vida, hay que arriesgar, perderse, meterse en problemas, adentrarse en lugares inciertos. Me hice adicto a la sorpresa, a lo nuevo, a lo fugaz. Ya no podía soportar la repetición bajo ningún concepto. Había entrado en una vorágine artística y vital que me hacía aborrecer toda mi mediocridad pasada y toda la que veía a mi alrededor. Me convertí, lo reconozco, en un tipo excéntrico, que me dejaba llevar por los impulsos que acudían a mi mente y a mi cuerpo en cada momento de mi vida (.........) Los primeros años, la Improvisación no me daba para comer. Me negaba a trabajar en nada relacionado con la actuación que no fuera Impro, así que me coloqué de cocinero en “Panchito”. El que fuera buen amigo de mi madre, Pancho López, regentaba este restaurante mexicano en las afueras de Montreal. Pancho sabía de mi afición a la cocina desde chamaquito. Yo les había invitado a él y a su mujer en alguna ocasión a cenar a casa, y siempre habían alabado mis platos, los platos que me enseñó a hacer mamá. Así que cuando le hablé de mi situación, me ofreció entrar a trabajar en su negocio. No acabé muy bien con el bueno de Pancho. Se ponía muy nervioso con mis experimentos culinarios. Pero yo era incapaz de repetir dos veces el mismo plato. No podía evitar añadir, mezclar, probar... Hacer las enchiladas siempre de la misma forma me parecía inconcebible en aquella época de mi vida. Seguro que había un montón de sabores nuevos aún por descubrir, pero no entraban en cabeza alguna determinadas melanges. Yo estaba dispuesto a introducirme en aquella senda, a experimentar y a arriesgar con las recetas. Los resultados no siempre eran buenos. Algunas de aquellas novedosas probaturas resultaron un manjar exquisito. Otras, sin embargo, provocaron más de una queja por parte de los comensales. No me perturbaban demasiado aquellas protestas. Otro de los grandes tesoros que la Impro me estaba aportando por aquellos momentos era el derecho al fracaso. El riesgo y el fracaso van siempre de la mano. Y yo había optado por el riesgo. En todo. Cuando un cliente vomitó tras probar mi ceviche con frijoles, a Pancho se le acabó la paciencia. Fue una bonita experiencia la de trabajar por primera vez lejos de un escenario, y descubrir allí como no era tan importante como yo pensaba el aplauso del público.(.......) Progresivamente fui superando antiguos bloqueos. Comencé a divertirme cortejando muchachas. Yo nunca antes me había atrevido a acercarme a ninguna atractiva desconocida para intentar seducirla. Todas mis relaciones habían sido con mujeres que fueron primero conocidas, amigas o compañeras de trabajo antes de ser novias o amantes. No es que hubiera perdido mi timidez. Seguía dándome miedo acercarme y abrir conversación con las mujeres. Pero ese miedo que antes me retenía en mi sitio, me empujaba ahora a acercarme y a echarme a la alberca. Disfrutaba saboreando aquel canguelo. Cada vez, con cada mujer, lo intentaba de un modo diferente. Mis tácticas, mis temas de conversación, mi actitud.. variaban en cada conquista. No pocas veces conseguí mi propósito. Me relacioné con todo tipo de mujeres: rubias, morenas, gordas, flacas, simpáticas, serias, intelectuales, deportistas, analfabetas, jóvenes, maduras, nacionales, extranjeras... Quería probarlo todo. Cada una era un mundo por descubrir. Obviamente, el fracaso estuvo también muy presente. Y no me refiero solo a las negativas que obtuve, sino a lo grotesco y ridículo de muchas situaciones que se dieron entre las cuatro paredes de mi habitación y entre las sábanas de mi cama” Lucho me contó varios episodios íntimos realmente cómicos. Creo que nunca me he reído tanto como con sus andanzas amorosas y eróticas. El negarse a repetir absolutamente nada de lo que ya había probado con otra mujer, le empujaba a situaciones y “experimentos” absolutamente inverosímiles. Ya que no quiso dar detalle en su escrito sobre estas anécdotas, tampoco yo desvelaré más sobre el asunto.
“Y en éstas apareció Nadege. Hasta entonces yo había huido de las segundas citas. Pero Nadege era algo superior. Cuando se fue de mi casa la primera noche, casi sin darme yo cuenta, habíamos quedado ya en vernos el martes siguiente. Iría a escucharla tocar el saxo en una jam session en “Couvercle”. Me puso los pelos de punta. Sentí con certeza que estaba improvisando para mí, y que la música que salía de su boca estaba claramente inspirada en la divertida y maravillosa noche que habíamos pasado juntos unos días antes. (.......) Fueron 18 meses de auténtico amor improvisado. Nos gustaba sorprendernos. Jamás repetíamos dos veces el mismo plan o la misma postura al hacer el amor. Nos pasábamos noches improvisando juntos piezas inclasificables, ella con el saxo, yo con mi cuerpo y mi voz. A veces invitábamos a algunos amigos a presenciar aquellas creaciones. Recibimos de ellos muchos elogios. No había estructura ninguna en aquellos shows en el salón de casa. Todo cabía: poesía, monólogos cómicos o dramáticos, dúos musicales de saxo y ruidos, movimiento, danza, silencios.....Cualquier estímulo era bueno para lanzarnos a improvisar: el comentario al llegar de algún amigo, el sombrero de éste o los zapatos de aquella. Un día Marie Michaud trajo un enorme lienzo y material de pintura, y se sumó al juego. Desde entonces muchos se fueron integrando, compañeros actores del “Match de Improvisación”, músicos con todo tipo de instrumentos, bailarines, literatos y hasta creadores de ropa. Un día Marie se trajo a su tía Claire, una mujer mayor realmente divertida. La gran pasión de Claire era hacer ropa. Traía un maletín lleno de con ganchillos, hilos, lana, mallas, tablillas... y se ponía manos a la obra mientras nos observaba atentamente. Al final de la noche, nos enseñaba un diseño o una pequeña prenda que había hecho, inspirada en lo que había ido viendo y sintiendo. Hubo momentos de auténtica levitación artística, con un número considerable de creadores y de disciplinas al servicio de una sola, compleja y fascinante improvisación. Llegamos a juntarnos tantos que ya no cabíamos en casa. Entonces Jan Marc Lavergne ofreció un local bastante ruinoso que había sido de su abuelo y que estaba en desuso desde hacía años. Limpiamos, tiramos, construimos, pintamos... Así nació “Le Garage” un espacio bastante grande dedicado únicamente a la Improvisación. Jan Marc, Nadege y yo coordinábamos y programábamos. Durante diez años hicimos en el “Le Garage” más de catorce formatos distintos de espectáculo de Improvisación Teatral. (........) Un día Nadege se cansó de tanta novedad, y empezó a plantearse cosas del tipo casarse y tener hijos. Yo dije sí. Pero ella debió pensar (y creo que con razón) que yo no era la persona adecuada para ese tipo de proyectos. Se fue sin avisar, dejando una nota que decía así: “cualquier escena de despedida o de ruptura habría sido un “ya visto” (7). Hay cosas, como el decir adiós, cuyas posibilidades de realización son finitas. Así que mejor así. Chao”.
Paralelamente a estos y otros avatares, continuaba su participación en la L.N.I. “Fueron once temporadas y cuatro títulos. Voy a dejar la modestia a un lado, seré sincero: a la gente le gustaba verme jugar. Me convertí en un improvisador carismático, y no solo por mis interpretaciones. Creo que soy el jugador con más expulsiones en la historia del Match. Había árbitros realmente malos, muy graciosos y muy vistosos interpretando su papel de tipos duros, pero no sancionaban las faltas que entorpecían las improvisaciones, y eso me sacaba de mis casillas. Mis airadas protestas y mi mamonería se hicieron famosas, y fui expulsado en 13 partidos por “Mala Conducta”. Otra cosa que no podía soportar y por la cual me quejaba constantemente a los árbitros eran las repeticiones. No había más que ver jugar a algunos equipos tres o cuatro veces para darse cuenta de que repetían recursos efectistas que sabían que funcionaban muy bien con el público. No podía entenderlo. ¿Para que carajo hacía improvisación aquella gente?¡ Que prepararan y se repitieran todo lo que quisieran en otro tipo de shows y dejaran de enturbiar la Impro! Un día tuve una memorable trifulca con Robert Gravel, cuando en mitad de un monólogo que él estaba protagonizando, no me pude contener y grité desde mi banquillo “¡Eso es un “ya visto” como un desierto. Es ya la quinta vez que le veo hacer de naufrago agarrado a un madero!. Gravel me odió desde entonces. Hubiera deseado expulsarme de la Liga y tenía el poder para hacerlo. Pero en el fondo sabía que yo llevaba razón. Sospecho que la enemistad con Robert fue la causa de que nunca recibiera la copa al mejor jugador de la temporada.”
Estas son algunas de los momentos que creo que merece la pena que ocupen un lugar en esta publicación, aunque la obra entera no tiene desperdicio.
Cuándo regresé de México le escribí un par de cartas, pero no obtuve contestación. Me tentaba mucho contarle a mis compañeros mi experiencia con él y enseñarles la autobiografía, pero sentía que debía respetar su intimidad y sus deseos. Cuando me ofrecieron escribir para esta revista, lo primero que se me ocurrió fue hacerle una entrevista. Llamé al Helénico. Me quedé helado. Lucho había fallecido en un accidente de tráfico hacía tres meses. Por ti, Lucho, por tu memoria, sabiendo que voy en contra de tus ideas y convicciones, he querido escribir este artículo. Porque de lo que vale la pena, aunque en esencia sea fugaz y perecedero (como todo, en realidad), es necesario dar testimonio. Gracias Lucho.
NOTAS.
(1) El “Match de Improvisación” es un espectáculo teatral y deportivo creado en 1977 por los canadienses Yvonne Leduc y Robert Gravel, en el que compiten dos equipos de actores-improvisadores. Las reglas son precisas, y el tiempo cronometrado, como en cualquier juego deportivo. Un árbitro controla el buen desarrollo del juego y sanciona las faltas cometidas. El público va adjudicando con sus votos los puntos a uno u otro equipo en función de la calidad de las escenas improvisadas que estos crean en directo durante el espectáculo.
(2) En el espectáculo de Improvisación Teatral “Chup Suey”, se pide al público que escriba frases o palabras en un papel, que son utilizadas luego como títulos para las improvisaciones.
(3) Diminutivo de “Improvisación Teatral”, utilizado comúnmente por los improvisadores de habla hispana.
(4) La estética del “Match de Improvisación” está basada en el hockey sobre hielo. Por ello las improvisaciones se representan en el interior de un espacio acotado por paneles llamado “patinoire”
(5) La Liga Canadiense de Improvisación Teatral, que se creó a raíz de la invención del Match de Improvisación.
(6) En el “Match de Improvisación”, se entrega a cada persona del público un objeto que puede arrojar a la “patinoire” en el momento que quiera mostrar su desaprobación con algo de lo que está sucediendo en escena (decisiones del árbitro, baja calidad de una improvisación...). Oficialmente, estos objetos son zapatillas, aunque en la actualidad en diferentes sitios se utilizan otras cosas (peluches, cojines...)
(7) Se trata de una del faltas del “Match de Improvisación”, que el arbitro pita cuando un jugador se repite o utiliza tramas o argumentos claramente inspirados en otras obras ya existentes en el mundo de la ficción ( algo así como un plagio)
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